Ir al contenido principal

El megaemail atrasado n° 8

¡Mi querida maestra!

¡Qué he hecho! ¡Jactarme del cambio de táctica y escribirle ahora! ¡Qué horror! Salió mal, regresaré a la estrategia nocturna y ya probada de escribir "novelas" en un intervalo de cinco días. La última vez terminé escribiéndole que en cuanto le enviara el email me iba al concierto del primo de Leiva, del cantautor Vikxie (se llama Víctor, cuando residía en Inglaterra le apodaban "pikxie", o sea, el duende, y él lo ha mezclado en el nombre "Vikxie"). Bueno, y sobre su concierto del sábado tengo que mencionarlo antes de pasar al sábado :-).


A la sala Búho real, donde el evento tuvo lugar, había ido ya quizá cuatro veces y me dije que esta vez ya por fin lo iba a encontrar sin problemas. ¡Narices! Giré mal e hice un pequeño rodeo, así que llegué un minuto antes del principio oficial, o sea, a las 21:29, aunque era de suponer que el concierto no iba a empezar antes de las diez. Sin embargo, ya estaba bastante lleno, mi mesita tradicional estaba ocupada y a mí no me quedó otro remedio que ir a ponerme al lado del billar si quería estar cerca y ver algo. Un poco antes de la actuación se pusieron delante de mí dos chicos con dos chicas, así que me decía que por qué no había pasado de eso hoy. Bueno, pero lo más importante: para los conciertos llevo el bolso que está hecho de discos de vinilo. Simplemente con mucho estilo. Me lo había comprado en Praga a tal efecto a última hora antes de irme. Fue bastante caro pero sabía que me merecía la pena. La pandilla delante de mí durante el concierto todo el rato se movía de sitio, después de un momento desaparecieron totalmente y yo tuve una vista perfecta. Bueno, y esa vista perfecta fue también hacia mí y mi bolso :-). Más o menos en la mitad del concierto, después de una canción, volví a estirar la mano para coger la cerveza puesta en el billar, bebí un sorbo, la puse en la mesa y otra vez con dos pasos regresé a la pared sobre la que me apoyaba. Sin embargo, esta vez me fijé en que Vikxie por un lado rasgó dos veces la guitarra pero la canción no empezó, todo el tiempo me miraba, y luego empezó a hablar: "¡Hostia! ¿Ese bolso es de verdad de discos de vinilo? ¡Qué guay! ¡Me encanta! ¡Tu bolso mola! ¿Habéis visto qué bolso tiene esta chica? ¡De discos de vinilo! (al mismo tiempo desde el público dijeron que sí se había fijado, que enseguida después de llegar y que siguen sin parar mirarlo) Tampoco puedo dejar de mirarlo. ¡Lo quiero también! ¡Qué chulo! ¿Lo hiciste tú? ¿No? Pero es genial. ¡Wow!". Tengo que reconocer que no solo me alegré por esa atención sino también estaba encantada por entender. Pero eso no debería ser nada raro, ya que este vocabulario coloquial lo conozco de Leiva :-) ¡Y el concierto desde el aspecto musical fue perfecto!               


 

el sábado 12 de octubre:
 

A casa regresé antes de la una de la mañana. Con Klára, que había ido al flamenco, me puse de acuerdo en que o la iba a buscar en algún lugar o iba a llegar ella misma. A las dos de la mañana me escribió hasta qué hora circulaba el metro en Madrid y cómo iba a llegar aquí. Jajaja, "hasta las doce y media, Klárka", además hoy es día festivo. En base a esto decidió pasar la noche en un sofá en el piso de un conocido de sus amigas. Yo me acosté antes de las cuatro ya que me había descargado otros dos episodios de Výměna manželek (*Me cambio de familia), que luego el sábado puse durante el día porque otra vez llegó la hora de establecer "el día sanitario", o sea, un día en el que estoy metida en mi habitación y recargo las pilas para mis otros recorridos, eventos culturales y visitas de Madrid. Y también necesitaba curarme guardando cama un poquito. Es que de camino desde el concierto ya soplaba el viento  notablemente y yo no adapté mi ropa demasiado. ¿Si estoy en la Europa del sur eh?! O sea, también rechacé la invitación de Klára para el viaje a Toledo, de donde me trajo una postal por la noche. Y además, al regresar, pasó por el chino a comprar ese Verdejo por las tres noches en mi piso que resultaron ser solo dos :-) ¡Y valió la pena! Y como a Klárka le tocaba madrugar para el avión, se acostó a las once y yo enseguida después de ella. Hace mucho que no me ocurría esto, debería estar aquí más frecuente. Tiene una influencia positiva para mi biorritmo checo :-). 

 

el domingo 13 de octubre:
 

Klára se fue a las cinco de la mañana para coger el bus hacia el aeropuerto. Yo la despedí y volví a la cama, pero de algún modo no podía dormirme, lo que me decía que probablemente iba a ser la primera vez que saliese de la cama durante el amanecer. Y me lo dije tanto tiempo hasta que me dormí. Cuando me desperté, alargué la mano para coger el móvil rezándo para que no fueran las doce porque eso sería vergonzoso, sobre todo si aquí presumo de mi biorritmo checo redescubierto. Por suerte, no eran las doce. Por desgracia, era la una y tres minutos. Encuentro cualquiera excusa para todo, pero esta vez, esa hora me dejó pasamda. Así que salté de la cama, encendí el ordenador, llamé a casa para explicarles a mi mamá y a mi hermana por el Skype qué iba a necesitar que me trajeran y ponía cara de que lo que estaba masticando no era el desayuno sino el almuerzo. En el cuarto de baño a Inma la saludé diciendo "Buenas tardes" poniendo énfasis en esa segunda palabra para mostrar que tenía plena consciencia de cuánto me había excedido hoy en dormir. Pero Inma se reía diciendo "No te preocupes" y "No pasa nada". Bueno, y yo "hop" a los zapatos. Y el rumbo: Calle de Alcalá, de ida y vuelta. Sí. He decidido que será aquí mi tradición y que simplemente encontraré un día de cada semana para este querido paseo mío. Además, el domingo está abierto el Capricho, fuera alrededor de 20°C, así que el libro de texto conmigo y ¡yupi! a empollar en el parque. Ay, y de hecho, fui por otro parque más que tengo en el camino y en el que hay unos pedales o algo así junto a los bancos, probablemente para hacer ejercicio. La foto, por supuesto, se la enviaré para que se haga una idea usted. De camino hacia allí me compré unas galletas. De camino a casa me paré en –como los checos decimos- el vietnamita (a los que aquí todos llaman "el chino") para comprar una Fanta de limón ya que en el piso en esa prisa…no, de hecho en esa somnolencia (¡llamemos las cosas por su nombre!) olvidé la botella con la bebida. ¡Puaj! ¡Pero qué asco! Un cóctel químico. ¡La próxima vez solo agua! En casa me quité el empalago con la salsa de lentejas rojas con mijo y puré de judías azuki. Bueno, y por la noche en la web apareció otro episodio con Leiva – ya se incuba una nueva canción :-).

 

el lunes 14 de octubre:
 

Los lunes me gustan. Siempre duermo bastante y bien (¡por añadidura hoy por la mañana ese mensaje de usted diciendo que aprendo de Viewegh! * explico: Michal Viewegh es uno de los escritores contemporáneos checos más famosos), como y salgo a las calles rumbo a la uni, en la que me espera solo una clase, concretamente Psicopatología con el Hablador. Esa es genial porque basta con solo una hora y pico escuchar español bonito y una explicación interesante y tomar notas, por ahora no se exige más. Pero hoy de algún modo el tiempo no lo medí bien, de la casa salí corriendo antes de las doce y cuarto mientras que la clase empieza a la una y media y el camino, si uno está tocado de la cabeza y lo emprende a pie, le ocupará unos 80 minutos con una marcha muy rápida e intensa. Pero si ir por metro no me gusta tanto, además siempre estoy orgullosa de haber ahorrado :-) (los euros, no el tiempo, ¿eh?).  Esta vez me he machacado de verdad, ¡será la última vez que salga tan tarde! No disfruté nada esa ruta de hoy como normalmente. Sin embargo, de camino desde la uni, cuando regreso a casa y, o sea, no hay adónde correr, lo compenso. Hoy me dirigí a esa bio tienda mía donde me proveí de tempeh y de tofu y para animarme me compré la leche de avena con el sabor de cacao que me puse a beber en cuanto salí a la calle para probarla. Bueno, y caminando por esa larga calle Guzmán El Bueno y bebiendo con la pajita la leche del cartón, apercibí en una mesita de un restaurante italiano a una cara conocida. ¡Juan Aguirre! ¡No es ninguno otro que Juan Aguirre de Amaral en cuyo concierto estuve en marzo, en Munich y cuya música es junto con la de Leiva para mí absolutamente TOP TOP TOP. Y está sentado aquí con una morena la que podría ser la cantante Eva. Odio totalmente y condeno enteramente cualquier persecución y molestia de gente conocida, pero yo estaba como en trance, me volví y con dos pasos llegué corriendo a la mesita vecina y a la vez única ¡desocupada! mientras que la leche de avena  la escondí con prudencia debajo de la silla y de mi bolso. ¡Dios mío, yo estoy sentada al lado de Juan de Amaral! Ni podía asimilarlo cuando apareció delante de mí una camarera preguntándome si iba a pedir la comida y yo – todavía un poco fuera de lugar – asentí sin dejar de mirar la mesita de al lado. Pero mientras que ese tipo de verdad era Juan, esa dama de pelo negro resultó no ser Eva. Qué lástima. Y para que no sea poco, justo los dos se acabaron el café, se despidieron y se fueron, cada uno en la dirección contraria y perdí la oportunidad de sacarle una foto discretamente como prueba del delito, ya que jactarme de a quién había encontrado y no tenerlo por escrito, o mejor dicho, no tenerlo documentado en el móvil no sirve para nada. ¡Pero menos mal que! Por un lado, el sonido lo tenía apagado todavía desde la clase, así que no produciría ese "cliiiiic" pero no me di cuenta de que el flash estaba ajustado automáticamente y por eso parecería como si por la pizzería pasaba volando un cometa. De verdad, pura discreción (?). Claro, podría levantarme también, pero justo en ese momento el personal me metió la carta por delante. No, esos precios no eran extra vertiginosos, pero yo no tenía ganas de comer y menos ahora cuando aquí me había quedado encajada y sola. No sabía con qué excusarme, miré la carta hasta que llegó el camarero preguntándome si me podía aconsejar. Bueno, entonces dejé caer en la conversación que yo era vegana (¡de repente, Horská!) y que probablemente no eligiera. ¡Qué va! Me encontró allí una sopa y una pasta que resultaron ser espaguetis y no quiera usted ni saber cómo lucho con el tenedor intentando consumir estas "cuerdas" largas. Me acordé de Šárka y también de doña Eliška a la que logré elogiársela y decirle que me sorprendía cómo esa niña de poca edad manejaba perfectamente la cuchara y el tenedor en nuestro comedor escolar. Lo cual yo no sé hacer de lo que de vez en cuando se aseguraron divertidamente también los empleados de la pizzería local. No sabía por qué cosa estar enfadada conmigo misma más. Entiende usted, no voy en metro para ahorrar (unas 30 coronas checas/1,10 euros) y luego acabo en un restaurante ITALIANO (si por lo menos español) y dejo allí tres cientas coronas (*12 euros). Horská, tú eres simplemente un genio. (?) Siguientes medidas ahorrativas: hasta el fin de la semana (recuerdo que estábamos a martes) tienes prohibido "ir de gira" por las cafeterías, bares y restaurantes, y no los pisarás aunque allí estuvieran sentados noventa Leivas, sí, un Leiva y ochenta y nueve clones. Y sé tan amable y por fin ten en cuenta que esto te va a llevar tiempo, hasta que aprendas a rechazar bien e irte de algún lugar si quieres. Y ya está, te lo mereces. Y estás sin café, leche y galletas. ¡Vergüenza! ¡Qué bien sé enfadarme conmigo misma, eh! Pero yo de algún modo me excedí y como resultado, más que debidamente castigada estaba triste, así que por lo menos esas galletas volví a comprámelas a unos metros de mi casa. Y ahora le va a dar algo cuando sepa el porqué – se trata de las galletas Príncipe, no sé si las recuerda. Cuando frecuentaba la escuela primaria eran bastante populares, se parecen a las galletas checas Disco, solo son un poco más grandes. Yo las olvidé totalmente pero las descubrí por casualidad en el armario de las chicas en la cocina al poner los platos. Bueno, y no resistí y tomé una, si seguimos llamando las cosas por su nombre, pues sí, una en ese paquete empezado la mangué y me la tragué. Pero como soy una chica honrada decidí que cuando las encontrase en una tienda me las compraría y una se la devolvería a las chicas. Y por coincidencia las tienen en ese chino de nuestra calle que descubrí el jueves gracias a Klára y las compré allí el domingo antes de mi "medio maratón Alcalá". Pero como soy una chica voraz, volví ayer de la marcha con el paquete vacío. Eso porque soy una chica ecológica que esas cosas no las tira a ningún otro cubo que a ese amarillo para plásticos, y de esos en Madrid hay pocos y ayer no encontré ninguno. Así que esa compra (aunque prohibida) de hoy la justifiqué con la devolución necesaria de esa galleta. Bueno y el resto del paquete me lo jalé cuando por castigo estaba estudiando hasta las tantas el subjuntivo – una parte grande y poco popular de la gramática española con cuyo estudio me torturo suficientemente. Espero. Ayer también intenté imprimir un documento en la impresora de Begoña, pero dijo que la versión del archivo que tenía era demasiado actual y por eso el ordenador no lo acepta y se bloquea. En mi opinión, solo se agotó el papel, pero no voy a discutir. A tal punto ese subjuntivo no lo domino todavía. Del lunes es todo.

 

el martes 15 de octubre: 

La sorpresa de todas las sorpresas. Así se podría llamar el día de hoy. Simplemente ya estaba en apuros, todas las excusas las había utilizado, así que no había manera, martes no martes,  maldición no maldición. Cuando por fin me levanté a las nueve y media de la cama, descubrí que estaba sola en casa. Begoña en septiembre me dijo que siempre que necesitara imprimir algo, ningún problema, podía encender su ordenador y hacer lo que necesitaba. Así que decidí de convencerme cuánto me equivocaba, encendí la impresora, añadí el papel y arranqué la impresión. Bueno, lo crea usted o no, en un minuto tenía lo que quería ayer. O sea, no hay que buscar ningún centro de reprografía en Atocha, Begoña, jajaja. Ese gran brío lo mantuve prácticamente todo el día. Comí, me vestí, corrí al metro – sí, lee bien, al metro, hoy mi agenda estaba a tope. Llegué a la facultad donde hice entrega de la lista con asignaturas para matricularme. La coordinadora Elsa me preguntó si estaba contenta aquí y si es verdad que Praga era una ciudad preciosa, que había oído mucho de ella pero todavía no había tenido la oportunidad de visitarla. Le asentí con la cabeza tanto sobre mi contento como la belleza de Praga. Luego corrí a la oficina de la facultad de filosofía (sí, por tercera vez la encontré cuando por tercera vez pregunté dónde, hostias, podía tener la sede) y allí recogí el certificado del curso de idioma. Así que tengo confirmado por la universidad local que había asistido a 40 horas de español, el nivel B2.3. La realidad es un poco distinta pero dejemos que los demandantes futuros piensen que mis habilidades lingüísticas son así. Luego paseé alrededor de la uni, merendé una manzana, hojeé el libro de texto de español y esperé dos clases. Dicen que en esa primera ibamos a ver algo y resultó que se trataba de una película para toda la clase. Lo cual fue genial – primero uno no tiene que concentrarse en la explicación y puede sosegarse con la película; segundo la peli me gustó muchísimo, e incluso luego la encontré en un servidor checo para descargar. Era sobre los emigrantes españoles que estaban buscando trabajo en Suiza en los años 60-70. (*explico: la película Un franco, 14 pesetas). La vimos para fijarnos en cómo la gente se comporta cuando no domina el idioma bien y no conoce las costumbres del país al que va. A mí, personalmente, me gustó más la escena en el dormitorio donde los españoles morían de frío y a la vez les dolían las espaldas debido al colchón blando. Es que no tenían ni idea de que nosotros los centroeuropeos no nos tendíamos en esa gran cosa llamada edredón, sino que nos cubríamos con él :-). La película terminó justo en el momento cuando empezaba la segunda clase, sí, esa Psicología del Aprendizaje constantemente pospuesta debido al ejercicio no cumplido que –como curiosidad y diversión- no lo tengo todavía. Pero en eso no pensaba al correr una planta abajo. Decidí que si no me ponían entre la espada y la pared, o sea, si no me iban a hacer la pregunta directa de dónde tengo mi ejercicio, pasaba de eso. Por una vez quizá no pase nada. Y claro que no pasó, por ahora. La clase no valió un comino porque detrás de mí alguien no paraba de charlar, lo que me distraía bastante, y la profesora suele estar en el lado opuesto de la clase. La próxima vez me sentaré allí. Después de la clase, fui hacia ella por lo menos para disculparme por no haber aparecido la semana pasada – como motivo puse problemas con la matrícula de otras asignaturas y con el arreglo de las cosas relacionadas. Me dijo que bien, que solo me habían echado de menos :-) Jaja. Ay, y una cosa más – le interesó saber si ya tenía acceso al campus virtual. Todavía no. Entre nosotras – AFORTUNADAMENTE todavía no. Pues de la uni de hoy es todo. Por la mañana me prometí que si lograba todo, de camino a casa iba a pasar a comprar esa palmera grande y en casa iba a prepararme con ella una leche de soja caliente. El ahorro que me impuse ayer, ¡que se vaya a freír espárragos!, hoy curraba como un chino y eso ¡estamos a martes! Así que desde la facultad salí corriendo entusiasmada hacia una panadería que ya tenía fichada. Pero ¡anda! – estaban agotadas. Pero yo no me di por vencida. Decidí entrar en la primera panadería que encontrase. Tuve que girar mucho porque quería evitar ese perfecto (?) restaurante italiano de ayer. Pero salió bien. Dos calles más lejos descubrí una minitienda donde, por un lado, no tenían palmeras grandes sino minipalmeras pero eso se puede resolver de tal manera que iba a pedir tres ¿eh? :-) Y también pedí una barra de pan al verla detrás del vendedor y al darme cuenta de que en casa probablemente se había acabado. Ya le he hablado de las españolas entradas en años, pues ahora le describiré las de mediana edad. Estas mujeres son unas damas de pura cepa, como las de una generación mayor. Vestidas y peinadas con elegancia andan por la ciudad, y que están dirigiéndose a casa se reconoce de tal manera que en la mano o en la bolsa, llevan esa barra de ban. Me encantan, son como si las recortase de mi –desde la infancia- adorada revista. Jaja, nada de Méďa Pusík, Ohníček nebo Čtyřlístek (*Caracola, Boing, Disney junior, ¡Elé!) sino Žena a život (*en checo "La mujer y la vida", una analogía de "Mujer hoy" española). Ellas, las madres sustentadoras, caminan por las calles y llevan con orgullo esa baguette larga con la que después de llegar a casa dan de comer a toda la familia. ¡Por qué lo menciono! Porque quiero parecerme a ellas muchísimo, desde pequeña quiero ser exactamente una mujer (y la vida :-)) así. Pero por ahora es un futuro lejano, ya que Horská en cuanto obtiene en la mano un pan tiene la necesidad de devorarlo. No "comer". Devorar. Y es indistinto el tamaño. Y para colmo piensa que seguramente pasa desapercibida cuando con una mano desgaja un trozo, mira a su alrededor con atención y se llena la boca con él, mastica y mastica y de esta manera se entretiene en aquellos recorridos a casa hasta que vuelve a echar mano a la bolsa y allí ya hay solo: las migas y el fondo. Simplemente soy "El cerdo y la vida"/"Cerdo hoy". Ay. No solo que me jalo algo que aquí suele compartir toda la familia numerosa sino que también lo trago caminando. Si algo delata mi origen mucho más que mi español horrible es esta manera de comerme el pan (de hecho, de cualquier cosa) al andar. Encuentro aquí una cantidad increíble de gente, pero cuántos de ella masticaba algo de camino, podría contarlo con los dedos de la mano, además se trataba generalmente de niños pequeños. Un horror. En esto los españoles son simplemente estupendos. Su pausa para comer durante la que siempre están comiendo sentados quietos, no se puede cambiar. Si aprendo esto, estaré orgullosa de mí de verdad. Me quedan más de tres meses. Pero ojo, cuando llego al piso, descubro que las chicas organizan aquí alguna fiesta o yo que sé, en el salón un montón de gente y bullicio. No puedo ir a la cocina. En ese momento me perdono la gula de hoy. Menos mal que ese pan me lo compré y me lo jalé, ¡si aquí moriría de hambre! Encerrada en la habitación escucho la radio (el esfuerzo de compensar el ruido de las habitaciones vecinas) y ya antes de la medianoche en la web aparece otro episodio con Leiva, el sexto de ocho, así que en la cama me acuesto sin hambre y contenta.

 

el miércoles 16 de octubre:      
 

Después de despertarme recorro el correo electrónico en mi móvil. Ya la conozco a usted como la palma de mi propia mano. Cuando avisa de que ahora no puede responder en absoluto y que más escribirá en el tiempo de adviento, al instante aparece en mi correo un email suyo. Parece que los astros se habían alineado, ya que inmediatamente después me escribió también Káča, sí, esa maestra de tercer curso de Praga, que tampoco sabía qué hacer primero. Así que les doy las gracias a ambas porque incluso yo misma ya siento cuánto esfuerzo cuesta encontrar un hueco, sentarse junto al ordenador y escribir algo. En la cocina charlo con Inma. Cuando me dice que ya espera con ilusión el verano le pregunto si es debido al tiempo o debido a su estancia de estudio programada en Chile. A eso me responde que Chile al final fracasa porque una profesora suya había rechazado firmar algún documento para que pudiera ir. Ajá. Ahora comprendo su llanto del lunes que entreoí de su habitación y me pareció inadecuado preguntarle "¿Qué te pasa?". Yo, en cambio, menciono que pasado mañana van a llegar mi mamá y mi hermana y que no tengo tantas ganas porque –como las conozco- me temo que escucharé esas tonterías suyas del tipo ¡Cuántos coches hay aquí!, ¡Cuánto ruido hay aquí!, ¡Cuántos españoles hay aquí! lo que a Inma le hace reír y me comunica divertidamente que por lo menos mi familia conocerá lo más típico de Madrid. Bueno, vamos a ver. Me despido de ella y me voy a la uni. Con el lunes había escarmentado y del piso salgo casi dos horas antes para volver a disfrutar el camino. Además, esta vez decido comprarme esa gran palmera deseada antes de la clase. Mis promesas sobre el ahorro y esas tres minipalmeras de ayer las olvide, por favor. Yo, para tranquilizar mi conciencia, lo hago igualmente. Bueno, e imagínese usted que ellos en el escaparate colocaron esa palmera solo en otro lugar, o sea, la tenían ya ayer, solo no la vi. Simplemente soy una enterada. En la uni hoy El Hablador me preguntó si entendía su explicación, si no tenía algún problema y que si necesitaba algo, bastaba con decirlo. Tengo que reconocer que después de los escrúpulos y dudas iniciales, la Psicopatología me gusta más. Se enseña desde la 13,30 hasta las 15 los lunes y miércoles, basta solo escuchar y tomar apuntes (aunque, mejor dicho, se trata de taquigrafía). Y El Hablador es súper, a menudo durante la explicación menciona ejemplos concretos de su experiencia profesional que son muy interesante y a veces incluso divertidos. Bueno, por ejemplo hoy ha hablado sobre la fobia a volar que padece Leiva, o sea, era el gran día para mi vocabulario :-). Es verdad que deberíamos terminar a las tres o, por lo menos, un poquito antes de las tres, sin embargo, hoy acabó un tema grande a las dos y media y luego dijo que iba a empezar brevemente otro – "¿O no?" Y todos dijen que "Nooooo". Pues, entonces no. Además esa chica hiperactiva (que está sentada detrás de mí y le anda interrumpiendo la explicación) le preguntó qué pasaba con la clase el próximo miércoles porque estaba anunciada (¡según parece!) alguna huelga. El Hablador preguntó sobre quién quería cancelar la clase y las manos las levantaron todos excepto yo (no voy a meterme en los asuntos internos, verdad) y que quién quiere venir – en ese caso no levantó la mano nadie (no voy a mentir, y además, tampoco quiero matarme a estudiar eh.) Antes de salir de la facultad, muerdo un trozo de la palmera pero es supergrande, es imposible comerla así, el resultado sería acabar como un cerdo, lo que con mi suerte para encontrar a mis ídolos de camino, no me lo puedo permitir. A casa voy esta vez por detrás de la zona de Plaza de España, otra vez una ruta nueva y bonita. Después de llegar al piso, limpio el cuarto de baño, la cocina, pongo el lavavajillas – todo con el asombro de Emejota de cómo es posible que esa limpieza me guste tanto. ¡Y me preparo la cena! Hago una ñam ñam comida – esta vez remolacha estofada con arroz y tempeh. El resto de la noche quiero pasarla en mi habitación comiéndome la palmera y escribiendo este email, ya que estamos en el quinto día, o sea, la hora para la dosis regular de las informaciones desde España. No obstante, me interrumpe la llamada a la puerta de Emejota diciendo que tiene que enseñarme algo en la cocina. Ah, claro, seguramente será el lavavajillas. Últimamente está algo perezoso para secar, avisa el fin del programa y la vajilla se queda húmeda. Así que está guay que también Emejota lo ha notado. ¡Pero qué pifia! En lugar del lavavajilla, abre la nevera y señala todas las estanterías. En resumen: mi remolacha decidió suicidarse, así que en toda la nevera penetró el agua roja. Es verdad que lo limpié durante diez minutos (una relajación agradable, de verdad :-)) pero para que yo terminara de escribir y enviara este email usted tuvo que esperar una semana. 

Inmediatamente después le mandaré unas cuantas fotos y pronto también el megaemil n° 9 que ya empecé a escribir y por eso le puedo tentar como la televisión NOVA hace con Růžovka (*explico: "Ordinace v Růžové zahradě" simplemente llamada "Růžovka" o "Ordinace", en español "La consulta en el Jardín de rosas", es una de las series más conocidas y populares de la televisión comercial Nova, la acción tiene lugar en un hospital, pues se puede comparar, por ejemplo, con la serie "Hospital Central" emitida en España). O sea, "en el próximo episodio…" la llegada de mi mamá y mi hermana, cómo había ido bien, cómo iba a la uni con los zapatos nuevos y cómo Leiva tenía una canción nueva. ¡Y mucho más! ¡Y el diez, eso será algo estupendo – digo "Quique", pero no revelaré más :-).
 


¡Que todo os vaya bien y a todos os mando un beso!


Saluda


Kristýna desde Madrid


Las fotos también atrasadas n° 8


la imagen de mi bolso de vinilo; del concierto de Vikxie; del parque Suanzes con los pedales junto a los bancos; de los espaguetis italianos y de mi comida (la remolacha todavía viva, jaja) y de camino desde la uni algún edificio bonito y el otoño en El Retiro ;-)


4,36. La hora de acostarme. A la una llegué del concierto y voy finalizando los trabajos pendientes :-).

K.



 










Comentarios