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Megaemail n° 25

Mi querida maestra y querida mujer primitiva con los ordenadores

(¡apuesto la cabeza a que gracias al guardar automático encontrará usted el email original en la carpeta "Borradores"! :-))



El año como un sueño fantástico 2013 terminó, la realidad del año 2014 está evidentemente aquí.


el miércoles 1 de enero:


A la plaza Puerta del Sol me fui (el año pasado) con mi megahíperextragenial móvil moderno y con doce uvas que, al dar la medianoche, usted traga una tras otra. Eso a uno le debe traer suerte. Probablemente salió bien, aunque de otro modo de lo que yo había esperado. Es que a casa regresé sin el teléfono. De qué manera lo perdí, nos lo contaremos en unos cuantos días personalmente. Espere usted un debate sobre el tema "La fuerza del pensamiento", o sea, ha hecho efecto esa maldita cháchara mía:

  1. Yo quería un móvil blanco o, por lo menos, negro y este es – qué asco – "azul metálico".
  2. Es un gran trasto que no despierta cuando hace falta.
  3. Todo el rato se descarga.
  4. Si algún día me tropiezo con El Pelmazo, le diré que perdí el móvil y por eso no le respondo.
  5. Esa comisaría por la que voy de paso a menudo parece interesante. Algún día me gustaría entrar allí.

Marcelka hoy ha dormido en mi piso con la intención de que cuando se despierte, se preparará y se dirigirá a su piso a empollarse el latín. Nos acostamos a eso de las cuatro (de la madrugada), pero yo ya a las seis y media salté de la cama. Del sueño me distrajo el descubrimiento de que mi seguro del Banco Comercial se refiere, a parte de las tarjetas de crédito, de hecho también al móvil y otras cosas, así que mi primer amanecer de este año lo pasé leyendo con atención el contrato. De él deduje que de verdad sería necesario pasar por esa comisaría y exigir un protocolo confirmado por ellos. A mi familia naturalmente no la llamé deseándole un feliz año nuevo, sino pidiendo que me bloquearan urgentemente a través del operador mi número checo, o sea, otra desventaja del móvil de dos tarjetas SIM y la tarifa plana. Después de las diez se despertó también Marcelka, acabamos las crepes sobrantes y nos dirigimos hacia la comisaría en Huertas, donde yo había estado ya en septiembre para preguntar por la tramitación del número de identificación de extranjeros y aquel tontito guapo de hermoso uniforme prieto no había sido capaz de aconsejarme ni patata. Hoy estaba de servicio de nuevo. Me preguntó cómo me podía ayudar y yo le respondí tiernamente que me habían robado mi móvil con una mirada enamorada y una sonrisa inconsciente, así que debía parecer como si pasara cuatro meses buscando alguna razón y que ahora era feliz porque -¡por fin!- me faltaba algo (valorado en 230 pavos, ja). Le diré a usted, ¡ese azul oscuro les cae taaaaaaan bien a los españoles! Aaaaa. Después de rellenar y confirmar el protocolo, empezamos a andar hacia Sol a ver si la filial de allí de Orange estaría abierta a pesar de la fiesta nacional para que me bloqueara también el número español. Claro que estaba cerrada. A Marcelka se le ocurrió llevarme a esa famosa churrería, donde preparan esas barritas fritas que se mojan en chocolate caliente. En ese momento no me apetecían, pero sí me interesaba dónde se encontraba ese sitio. Pues, para que sepa, está en un recoveco de la calle Arenal. Pero para no expresarme como la guía para turistas, sino que este año también me he quedado fiel a mi modo de estructuración de Madrid, usted la encuentra detrás de Joy Eslava, o sea, detrás del local donde Leiva e Iván Ferreiro presentaron su canción común "Anticiclón" (no confundir con el Teatro Fernán Gómez, donde estuvieron de mini-gira). Con respecto a la cola, tan típica para este lugar, al fin desechamos los churros y yo propuse el Santander – mi bar preferido en Alonso Martínez, que está abierto 366 días al año, como ayer de camino "...desde Las Ventas hasta Chamberí..." lo comprobé. Subiendo por la calle Hortaleza casi lloraba de risa cuando Marcelka comenzó a hablar sobre el tema "La reclamación y yo" después de fijarse en el estado de mis -hace unos meses comprados- zapatos. Creo que antes de al cubo de basura, "visitan" su tienda original para reclamarlos. En el Santander tomamos dos chocolates calientes y nos decidimos a probar esa versión de la trenza dulce checa que ahora imponen por todas partes: el roscón. He sido yo quién lo mordió como primero. A Marcelka le interesaba qué sabor tenía y a mí no se me ocurrió otra comparación que: "Como si fuera lavado en suavizante". Después de unos bocados estuvo de acuerdo. La noche la pasé con un momento de conversación española, cuando tuve que llamar al operador local para que me bloqueara el número. Me tropecé con una señora con el acento peor que el que tienen Emejota y Carmen Boza juntas. Bonito calentamiento, verdad. Y del uno de enero más interesante de mi vida ya es todo. :-)


el jueves 2 de enero:


Hoy he dormido pipa (como no, claro, sin móvil=sin despertador). Fui a casa de Marcelka a buscar el protocolo de la policía. Ella quería escaneármelo para mi compañía de seguros cuando imprimiera su billete de avión, pero yo ahora lo necesitaba actulizar por el número IMEI. Es un código único, podríamos decir que es el número de DNI del móvil, con el que la policía puede bloquearlo y completamente ponerlo fuera de servicio, con lo que se convierte en una cajetilla plástica absolutamente inutilizable y sin valor. El tiempo (ya era por la tarde) y el tiempo (llovía), me obligaron tomar el transporte público, el metro lo soporté, de vuelta ya fui en bus. En la comisaría fue un visto y no visto, no les importaba nada si yo era la propietaria verdadera del móvil o si, por ejemplo, no me había equivocado en ese número de 15 cifras. Simplemente ¡que viva España! El móvil ha muerto. En ese caos de año nuevo casi olvidé que ya estábamos a dos de enero, lo que significaba solo una cosa: el concierto de César Pop en el Libertad. Sabía que cantaría con la compañía del líder de Los Madison, Txetxu Altube, así que de la presencia de mi NoCerdo Dani Flaco no tenía esperanza. Por eso viví una sorpresa y alegría de lo más grande cuando Dani apareció en el escenario libertino, aunque solo para una canción. Además, César invitó también a una formación asombrosa a la que dominaba el saxofonista de Leiva, Tuli, con compañía. ¡Una mejor conclusión de mis conciertos en el Libertad no podía desear!


el viernes 3 de enero:


Hoy he dormido aún mejor que ayer, o sea, no existe nada mejor que un buen sueño de ocho horas. Verdad, ese intervalo desde las 5:15 hasta las 13:15 después de la vuelta a Chequia se irá al garete. Con respecto al tiempo nublado, hoy me he dirigido solo a la tienda de Orange para cancelar mi número español y la tarifa plana. El vendedor (muy amable, pero los Raicitos probablemente vivan solo en Londres) me ofreció el duplicado, lo que rechacé, ya que para esas tres semanas no lo necesitaré de todos modos. Pero no caí en la cuenta de que, de esta manera, me privé del contacto de Luisa, esa francesa de las clases de español de septiembre, y, sobre todo, con esos chicos majos, a los que agradezco la experiencia navideña después del concierto en Shoko. Y si usted quiere reírse, entonces recuerdo que al Pelmazo/Loco/Fondista aquella vez le metí el número checo que volveré a tenerlo desde febrero. Ay, ¡qué tonta soy a veces! De camino a casa di un rodeo por el Retiro – había oscuridad y lloviznaba fuertemente, en ninguna parte nadie y yo, en mis botas de agua, lo disfrutaba a tope.


el sábado 4 de enero:


¡Qué bien duermo, de verdad! Será por el hecho de que las chicas están fuera y uno tiene el piso (y el silencio) solo para sí. Aunque ya desde ayer estoy esperando la llegada del primo de Emejota y su amigo. Y de verdad aprecio que Marichu me lo dijera con antelación. Y además de ellos, hoy va a pasar la noche aquí otra vez también Marcelka. Es que mañana irá a casa dos semanas. En el aeropuerto tiene que estar antes de las seis de la mañana, y de aquí hay hacia Barajas una conexión mucho mejor. Sin embargo, tiene que contar con que la dejaré aquí sola, ya que antes de las nueve (de la noche) me dirigiré al Búho Real al concierto acústico de Vikxie, el primo de Leiva. Ya tengo muchísimas ganas. La espera la entretengo con un paseo hacia el árbol caído. Tenía la sensación de que debido al viento fuerte en Atocha se derrumbó esa construcción decorativa y que fue soplada hasta el Colón, después de la lectura detallada del artículo llegué a saber que solo se derrumbó y no volaba a ninguna parte, pero que la misma suerte tuvo también el árbol de Colón. Sí, Horská, ¡antes de que lo digas, mira lo que traduces! A casa fui por Casa del Libro, en cuyo sótano me quedé una hora y media cuando hojeaba con entusiasmo todos los tomos del libro de texto cuya autora es mi perfecta profesora de Didáctica. No me los llevé solo porque los tienen en la biblioteca praguense del Instituto Cervantes. Y si me doy cuenta de que no puedo vivir sin el original, me los compraré cuando esté aquí en primavera durante el concierto de Leiva. Por cierto, el de Vikxie fue, como no podía ser de otra manera, fantástico. Primero, vine a tiempo. ¿¡Qué a tiempo!? Pronto, así que pude acomodarme en una butaquilla cómoda justo al lado del escenario. Tengo que decir que la versión acústica les queda mejor a las canciones de Víctor. Lo digo ahora, cuando no he bebido nada y la misma opinión la sustentaba también durante la noche del sábado con dos cervezas en mi tripa. ¡Pero si usted supiera cómo esa Mahou sabe! Al piso llegué balanceándome y muy risueña. Dormir de dos horas ni lo intenté y creo que no me desemborraché hasta que estaba de camino al bus del aeropuerto a las cuatro y media de la mañana, cuando fui a acompañar a Marcelka.


el domingo 5 de enero:


Pues el domingo. Como siempre: por la mañana me acosté, por la tarde me levanté y me dirigí a Alcalá con la intención de otra vez girar a alguna parte que todavía no conozco. ¡Y eso que las posibilidades ya se van reduciendo! Al final elegí una calle delante de Torre Arias, y cuando me di cuenta de que estaba cerca (o, como mínimo, no muy lejos) del estadio olímpico en construcción, decidí dirigirme hacia allí. Ya hace mucho tiempo que no llevo conmigo ninguna comida y en vez de eso voy a las cafeterías o los bares. De camino, un bar me entró por la vista. Después de rodear y sacar fotos a esa gigante "nada" de hormigón, regresé a aquel bar. Me senté en la banqueta de bar, pedí un pincho de bacalao, una caña y me puse a leer El País que tenía al lado. El dueño simpático me hizo elegir el vaso. Le contesté que el más pequeño sería suficiente. Se reía y me preguntó si tenía miedo de que quizá pudiera emborracharme. Bueno, al imaginarme el resultado de esas dos cervezas "de ayer-hoy" en el concierto y mezcladas ahora con esta, mis preocupaciones son razonables. El pincho de bacalao lo tenía por una tapa más grande con un trozo de pescado. En el platillo recibí una tapa menos grande, pero con dos croquetas. Le saqué una foto, bebí un poco de cerveza, me puse a comer y continuaba hojeando el periódico. De la lectura me distrajo el momento en que delante de mí puso el plato con un trozo inmenso de pescado en la tostada. Bueno, lo de antes eran tapas para la caña, el pincho era esto. Ay, ¡cómo me chifla la cocina española y ese estilo español! ¡Y qué delicia! Después de casi una hora estaba a punto de salir, a lo que el señor comentó diciendo que hoy hacía falta acostarse pronto porque venían los Reyes Magos y traían los regalos, verdad. Pues, contesté divertidamente que yo era extranjera y que esta tradición española no tenía nada que ver conmigo. Le interesaba de dónde era y al responder que de la República Checa, exclamó: "¡Vaya! ¡Qué casualidad! El año pasado venían aquí tres checas", y salió un momento para, a continuación, enseñarme una foto diciendo que estas eran mis paisanas y este era él. Se llama Javier y es súper amable. Sentía que yo viviera tan lejos en Atocha y que me fuera dentro de unos cuantos días, pero yo le prometí que por un local tan agradable seguramente pasaría una vez más. Con una experiencia maravillosa me dirigí, a través de Alameda, a Alcalá, o sea, a casa. Y eso que Horská se había dicho, como siempre, "si merecía la pena entrar a aquel bar, si era posible que estuviera cerrado, además no lo conocía y...y...y..." :-) Cuando en la Plaza de la Independencia doblé de Alcalá a mi calle, vi algo que tuve por una mudanza de un circo. En el piso, después de repasar el Twitter, el tweet de Tuli, el saxofonista de Leiva, se me aclaró todo. Yo había sido testigo presencial de esa Cabalgata famosa, o sea, la procesión de los Reyes Magos que mientras que los niños les observan, en casa les ponen los regalos, que al día siguiente abrirán. Bueno, sería conveniente añadir que el comentario exacto de Tuli fue: "Si son tan magos los reyes magos, podrían usar su P... magia para evitar los atascos que provocan sus P... cabalgatas." Eso para que su idea sobre la cabalgata sea totalmente completa. :-)


Saluda


Kristýna desde Madrid mágico (¿o puto? jajaja)


PD. No piense usted que de esa postal ha logrado salir cuando me escribió que la foto con el Maestro Leiva era justo lo que quería recibir. :-) Solo me trajo problemas, pero al final de alguna manera creo que logré elegir el tema adecuado para la postal. ¡Espero que llegue!


Las fotos n° 25

Sacadas por mi cámara:

César Pop en Libertad; además sus invitados, incluido Tuli – a la izquierda con el saxo, a la derecha con la guitarra está Txetxu Altube; el estadio olímpico en construcción; tapas y bacalao en el bar de Javier (usted sabe que no me gusta sacar fotos de la comida en los bares, por eso no se ve casi nada); la Puerta de Alcalá de noche y una foto en blanco y negro tomada de la web de Vikxie para que usted se haga una idea – no quería agitar la cámara a un metro de su nariz. :-)

K.


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