Ir al contenido principal

Megaemail n° 29

¡Mi querida maestra!


El penúltimo megaemail y con él algo que podría entrar en la historia bajo el nombre "La semana de Leiva" por fin están aquí. Y ese "Algo" avisado con A en mayúscula también. :-)



el martes 21 de enero:


Por la mañana estoy sola en el piso. Menos mal que hice que Inma me revisara mi actividad para Didáctica ayer. De camino me paro en Carrefour – esta vez a por algunas "chuches" (ay, ¡como me chifla esa palabra! :-))), o sea, algunas golosinas que pienso repartir entre mis compañeros por las respuestas correctas. No soy capaz de medir qué y en qué cantidad tomar para 23 personas. En el aula entro corriendo a las tres en punto. La clase de hoy es la última, así que estoy dispuesta a disfrutarla especialmente. Las actividades de los demás son interesantes como siempre. Bueno, y como la sexta en el orden, por fin, presento mi trabajo también yo. A mis compañeros les doy la bienvenida a su primera clase de checo y les aseguro que aunque nuestra lengua pertenece a las más difíciles y nunca antes la han estudiado, ya conocen 15 palabras. Ya solo esas caras sorprendidas suyas son para mí una satisfacción estupenda. Los divido en grupos, les reparto las cartulinas y los diez minutos siguientes los observo cómo intentan agregar a las palabras checas los equivalentes españoles. No es de extrañar que el mayor éxito lo tengan ZATÁČKA, o sea, CURVA (*en checo "kurva" significa "puta") y ANO (*en checo "ano" es "sí"). La última clase la disfruté a tope, ni siquiera estuve nerviosa ni sentí pena. Al contrario, me alegró muchísimo haber encontrado una asignatura tan útil y -sobre todo- a un colectivo genial. A mis compañeros les di mi contacto diciendo que si algún día visitan la República Checa estoy a su disposición en cualquier momento. Y también logré dar las gracias a Isabela por todo lo que su modo de enseñanza me dio, le dije que era de los mejores profesores que he tenido, que durante las vacaciones de Navidad había pasado unas horas en Casa del Libro hojeando sus libros de texto cuyo beneficio había descubierto gracias a ella y que pienso comprármelos mientras que los que ya están agotados, los tienen en la biblioteca del Instituto Cervantes de Praga. Acabé comunicándole que era una lástima que su publicación dedicada a la cinematografía española no existiera también en una versión dedicada a la música, a lo que me respondió que una así podría hacerla yo. Entonces me puse a reír contestándole que yo la realizaría solo con ella. A casa me fui entusiasmada también por el hecho de que la siguiente clase de Psicología gracias al examen superado ya no tiene nada que ver conmigo. ¡Hurra! A Atocha me dirigí por Nuevos Ministerios. La bolsa de golosinas sobrantes y mi perfecto estado de humor incesante me llevaron a la cabeza una idea. Quizá fuera malo, quizá loco, de todos modos de camino a casa daba a los sin techos y mendigos los chupachups. El primero lo recibió un tipo africano cerca de Cuatro Caminos. Al mirar hacia atrás para ver su reacción al chupachups puesto en el sombrero, tenía que echarme a reír igual que él. El segundo lo recibió un papá de una familia numerosa y también él me lo devolvió con una sonrisa. Otro se lo di a un malabarista en Cibeles, el cual no sabía si debería estar más pasmado de una limosna atípica o de mi vinilo bolso. En el piso repasé la red que aún me prolongó mi estado de humor ya estupendo: el viernes saldrá un nuevo número de Rolling Stone con la entrevista de Leiva, en su web está a disposición para leer el "guion" de Pólvora y en Youtube, un resumen de un partido del Atlético al que Leiva asistió como reportero. Bueno, y por la noche di un paseo hasta el cine, esta vez, de verdad con el cine. Sí, hoy salió bien. Así que por fin vi "La Gran Familia Española", aunque según mi opinión, existen mejores películas. Las palomitas que me había comprado para demostrarme a mí misma que después de cinco meses en Madrid soy capaz de pedir no solo la entrada, las estaba comiendo de camino a casa en el metro. Es que la película no fue tan ruidosa como había esperado y el ruido de masticar durante la proyección lo odio totalmente. Cuando salí del cine, me sorprendió un chaparrón tan grande que tenía que aprovechar deshonrosamente el transporte público. Y mira que la señorita tiene en el piso dos paraguas y botas de goma.


el miércoles 22 de enero:


Los primeros minutos del nuevo día los paso escuchando la última canción del disco de Leiva, llamada igualmente "Pólvora". Es una preciosa obra de piano que de él, por el estilo, no esperaba en absoluto. Apunto la nueva expresión "echar a cara o cruz," que corresponde con el checo "dejarlo a la casualidad". Antes de irme a la última clase del Hablador (¡increíble cómo de rápido pasó!) vuelvo a dirigirme al Carrefour a por dos chocolates – uno lo tomo para Marta (¡espero que hoy venga!), y el segundo quiero dárselo mañana a Celia de Didáctica. No me di cuenta de que era vegana y por eso ayer, a diferencia de otros compañeros, no había tomado nada de las golosinas. Pero está loca por el verdadero chocolate negro. Pues ¡que lo tenga! :-) A la facultad voy por la calle Guzmán El Bueno donde desde mi viaje en bus había elegido un locutorio. Necesito imprimir allí cierto e-mail y las impresora de Begoña y Emejota no funcionan. Todo sale bien, así que continúo en el camino a la uni mucho más tranquila. Empiezo a creer que ese "Algo" secreto saldrá bien de verdad. Psicopatología es guay, en absoluto no soy capaz de darme cuenta de que hoy estoy aquí por la última vez. A las clases del Hablador les he cogido cariño y a las de los miércoles especialmente porque justo de camino a ellas solía encontrarme a Leiva. Bueno, y ¡cuántas palabras gracias a él aproveché aquí! La sonrisa en mi cara apareció justo en la primera clase cuando oí la expresión "pelos de punta", o sea, "la piel de gallina". Es que así se llama una canción de Pereza, eventualmente esta expresión a menudo aparece en los comentarios en Youtube cuando los usuarios describen qué hace la música de Leiva con ellos. Y ya ni menciono las expresiones básicas de psicopatología como son "la ansiedad", "la angustia", "el trastorno", "incertidumbres". ¡Que viva la franqueza de Leiva en las entrevistas y su miedo a las enfermedades o a los aviones! Todo el semestre me facilitaron la compresión del Hablador. Después de la clase me vuelvo hacia Marta, le doy las gracias por los apuntes y pongo en la mano el Milka con leche. No sé si nunca había recibido nada o si, por lo menos, los Reyes Magos de este año habían pasado de ella, de todos modos por esa tableta de chocolate saltaba de alegría. Se alegraba, me besaba y abrazaba y me daba las gracias. Y eso que primero no quería tomarla en absoluto, pero bastó mencionar que ya se acerca el período de exámenes, o sea, la época que no se puede sobrevivir sin chocolate. De la facultad salgo para matar el tiempo al Comercial donde con el café y una napolitana intento estudiar un poco para el examen de mañana de Didáctica. Antes de salir, me voy al servicio. No sé si también es algo patológico, pero siempre que veo en algún lugar los papeles higiénicos desordenados, siento una necesidad compulsiva de arreglarlo todo. En la mayoría de los casos me contengo, hoy no lo logré. Si algún día quisieran contratar a alguien responsable del estado de los servicios puedo entregarles mi tarjeta de visita. Con respecto al tiempo, en vez de Tribunal, empiezo a andar hasta la Plaza de España donde sin éxito intento comprar los billetes para el metro ligero, es decir, tranvías en la zona B1. El personal auxiliar que está situado en cada estación y que ahora me podría ayudar, según parece, echa la siesta. Paso de ello, voy a comprarlos al transbordar en Colonia Jardín. Allí no se descansa, allí se trabaja. Por esta vía doy las gracias a aquel empleado sin el que me habría quedado sin esos billetes. A continuación llego a saber que un tranvía se acaba de esfumar delante de mis narices y el otro no sale hasta LAS 17:06. Yo como una idiota desperdicio diez minutos limpiando el cagadero en el Comercial, otros quince "de excursión" a Plaza de España y cinco luchando con la máquina de billetes en el subterráneo para al final quedarme asombrada de qué hora es ya. ¡Dios! Menos mal que no he voceado en ningún lugar lo que me espera hoy porque confesar debido a qué (¡casi!) fracasó, eso sería para saltar desde el viaducto. Cuando, después de diez minutos, salgo corriendo del tranvía, no veo en ninguna parte la entrada a la radio que debería estar justo junto a la parada. En vez de eso estoy mirando a algunas instalaciones extensas de edificios a ambos lados de la carretera. Al final salgo corriendo con rumbo a algo que parecía la portería preguntando por adónde tengo que ir si asisto al rodaje del programa "Abierto hasta las 2". El señor señala a un corro de gente cerca del edificio opuesto. Llego a las 17:14. En el e-mail confirmante decían que todos tienen que llegar a las cinco y cuarto. Pero todavía no puedo respirar. Se trata del mismo evento al que asistí en diciembre con esa diferencia de que mientras que hace un mes el programa fue grabado con Amaral cerca de Atocha, en el teatro para 800 personas, para la emisión de hoy con Leiva hacía falta llegar a la sede de la radio en las afueras del oeste de Madrid y a los que nos habían elegido no éramos ni unos cincuenta. Bueno, y después de la experiencia pasada cuando pese a tener la confirmación, no estaba en la lista oficial, simplemente no quería traer mala suerte al haber hablado de eso. Tal vez me volvieran a dejar pasar, aún más cuando tengo imprimido ese email donde está claro, pero en una sala enorme una persona de más se pierde mejor, pero en un estudio pequeño con el número exacto de asientos podrían llegar los problemas. No obstante, hoy, gracias a Dios, no aparecieron ningunos. Cuando mostré el DNI checo, la señora dijo solo: "Sí, Kristýna está aquí.", me tachó, me dio una pegatina confirmante con el logo de la radio y yo podía esperar junto con los demás para el control de seguridad. Luego fue a buscarnos otra señora y nos dirigimos hacia el estudio. Después de unos minutos esperando en el pasillo nos dejaron pasar, y mientras que los demás se precipitaron a la izquierda, yo fui a sentarme a la derecha. Y no es hasta ahora que iba dándome cuenta de todo. Leiva estuvo por primera vez aquí hace dos años, el vídeo está en Youtube y la grabación también en el archivo en las páginas web de la radio. La conozco casi de memoria, en el marco de aprender español la escuché quizá cien veces, aunque las expresiones que había apuntado ("el pijama con Osos Amorosos y con el AGUJERO en el culo", "se dice buena nariz-buena TRANCA", "el LÁTIGO no pertenece al porno respetuoso", etc.) no las utilicé ni una vez. Ya aquella vez tenía interés sobre cómo logró llegar esa gente como público. Las páginas de la radio las añadí a mis favoritas pensando que cuando Leiva publicara otro disco, seguramente volvería a presentarlo allí y yo podría tener la suerte tan grande de que justo en ese momento estaría en Madrid y me metería allí como espectadora. El año pasado se me cumplió todo en lo que solo pensé y si no era técnicamente posible, los deseos cumplidos evidentemente pasaron con fluidez a este año. Aquel viernes de diez de enero, cuando me levanté una hora y media antes pensando que ya era la una, y encendí el portátil, en el Facebook me fijé en una información de menos de una hora de las páginas de ese programa: quién quiere asistir a la grabación donde estará Leiva como invitado y que se realizará el miércoles 22 de enero desde las 17:30 hasta las 19:30, que envíe al email mencionado su nombre completo, el número de DNI y su contacto de teléfono. En ese momento me temblaron las manos igual que cuando en las páginas de nuestro departamento había leído que podría irme de Erasmus a Madrid. Todos los datos los envié en un instante y aunque en una hora recibí la confirmación, por si acaso, hasta ahora rechazaba admitir cualquier cosa. Pero lo logré, ¡¡¡todo salió bien de verdad!!! ¡¡¡Yo estoy sentada en la radio, en serio!!! De mis pensamientos me espabila la instrucción de que acojamos con un aplauso al protagonista principal. "¡Señoras y señores, LEIVA!" Y él, en vez de ir a la mesa con los presentadores, empieza con una canción, lo que en realidad significa que se sienta en la silla junto al micrófono que está ni a un metro de mí. Wau. Qué más decir. La grabación fue una experiencia. El mismo Leiva reconoció que tenía muchas ganas de estar aquí y la promo del disco quería iniciarla justo aquí. Durante dos horas tocó cuatro canciones ("Terriblemente cruel", "Afuera en la ciudad", "Vis a Vis" y "Vértigo") y yo no podía ser más feliz. Lo disfrutaba a tope y todo el momento me decía: "Chica, esto probablemente no lo vivas nunca más." A Leiva, al que suelo tener a más de dos mil kilómetros, ahora lo tenía al alcance de la mano. Esto tal vez ni lo había soñado. De la radio regreso con un estado de humor exultante que no me abandonará fácilmente. Y cuando por la noche Benjamín Prado en el Twitter anuncia que el viernes estará en otra radio en una entrevista de una hora junto con Leiva, tengo miedo de que el día de hoy fuera solo un sueño. Pero en el caso de que no, entonces ese miércoles fue ¡¡¡f.a.n.t.á.s.t.i.c.o.!!!


el jueves 23 de enero:


Hoy tuve que madrugar. Primero, en cualquier momento viene Jack para mudarse y las chicas tienen que ir a la uni y luego, a las cuatro me espera el examen de Didáctica. En el marco del repaso en la clase pasada sucumbí a la sensación de que el test no sería nada difícil. Los compañeros tenían la misma sensación, pues, un choque más grande entonces nos esperó. Bueno, creo que yo soy la última que puede valorar la dificultad, sobre todo cuando a eso del mediodía puse el libro de texto aparte y empecé a sincronizar toda entusiasmada mi ipod con mi portátil, del que llevaba cinco meses pensando que no era capaz de algo así. Esas nuevas canciones en él me recobraron de tal manera que mi estado de humor actual no lo reduce ni la repetición eventual del examen en septiembre (lo que significa otro viaje a Madrid, ¡yuuuupiiiiii!). Además Celia sentía una enorme alegría por el chocolate. ¿Cómo de enorme? ¡Ts! Brincaba de alegría como Marta, o sea, enormísima y a mí me alegró haber logrado entregárselo, es decir, no jalármelo. En cuanto a ese test – de las cuarenta preguntas respondí bien con certeza solo unas, pero sobre todo se me escapó que por la respuesta incorrecta se descuentan puntos. Jaja. Al preguntar cuándo llegaré a saber el resultado, Isabel me respondió con una cara glacial que claro que como los demás, o sea, por el campus antes del 21 de febrero. Qué divertido. Todos me aseguran que a mí, estudiante de Erasmus, me deja aprobar, pero yo lo dudo mucho. Sin embargo, eso no cambia nada el hecho de que esta asignatura fue una de las mejores que he tenido nunca y la profesora – pese al raro estado de ánimo de hoy – también. La despedida pasó sin patetismo, en la primavera volveré. Y con respecto a ese test veo mi vuelta también en el otoño. De la facultad me dirijo hacia Cuatro Caminos, desde donde pienso ir con el bus número 37 al barrio de Vallecas. Quiero aprovechar el tiempo favorable y una vez más subir esas colinas que había recomendado Juan y deleitarme con la vista de Madrid. El billete lo compro por primera vez del conductor porque el último metrobús lo gasté viajando ayer y creo que comprar otro ya no me vale la pena. Es verdad que Marcelka y yo considerábamos comprarlo a medias, pero al final lo suspendimos de alguna manera. A casa llego después de las siete, como siempre paso corriendo por la cocina y por el cuarto de baño y salgo al centro. Sí, el concierto de Xoel López en El Sol no empieza antes de las diez, pero yo necesito pararme, por fin, en el Café Populart en Huertas, uno de los últimos lugares recomendados por Leiva donde todavía no he estado. Todas las noche allí tocan jazz, del que pensaba que no me llama la atención en absoluto. El interior es precioso y yo me riño a mí por empujarme hasta aquí una semana antes de mi salida. Tomo una copa de vino tinto, durante unos minutos le doy unos tragos para a continuación dirigirme toda alegre columpiándome a mi último concierto madrileño. Suena terrible ¿eh? ¡No llore! Yo también me digo que el próximo ¡ya será de Leiva! Xoel me sorprendió amablemente. Un señor en camisa, con gafas y con guitarra, y lo que durante esas dos horas presentó, fue algo increíble. El hecho de que regreso a Chequia sin el disco suyo lo tengo por un error fundamental que tendré que reparar enseguida en la primavera.


el viernes 24 de enero:


A la cama caí a eso de las tres de la mañana. Me abatió el cansancio y el calorazo. Ojalá que Emejota vuelva a irse unos días a casa. Está sobrecalentado aquí que te cagas. Me despierto hecha polvo a eso de las diez, los pantalones del pijama los cambio por los leggins, pero la parte superior solo la camuflo con el abrigo y corro al estanco. Sí, viernes 24 significa que ya se vende el nuevo número de Rolling que -por la entrevista anunciada con Leiva- espero con ilusión ya desde el martes. Aunque esperaba una gran entrevista, el periodista Lino Portela, conocido de esa serie en la que Leiva componía la canción durante el proceso, lo abordó más como un reportaje. Cosas que llamaron mi atención justo durante el primer repaso hay varias. La primera se refiere a mi canción favorita "Vértigo". Leiva la compuso después de haberse enterado de que su técnico de sonido y un amigo fiel le llevaba todo el tiempo robando. Tuve que ponérmela enseguida y aún más concentrarme en la letra. Además tengo la sensación de que se trata del mismo hombre cuyo artículo de un concierto de Leiva me estuve traduciendo el otro día en el café Santander. Entre unas novedades más agradables (no quiero decir más divertidas) pertenece la información de que Leiva se puso a practicar boxeo. Dos veces a la semana va recreativamente a "achucharse" con un amigo. La revista la pongo a un lado y voy a arreglarme, porque en una hora quiero ir a comer. Sí, los últimos siete días en Madrid hace falta aprovecharlos A TOPE. A la una y media ya estoy sentada en La Vaca Verónica, que es un restaurante argentino que puede encontrar detrás de la estación de policía en Huertas, donde trabaja ese tontito guapo. Pero de él ahora no pienso hablar más – corre el riesgo de que con la fuerza de pensamiento además pierda mi cartera. No necesito verlo jamás, por lo menos no cuando está de servicio. Pero volvamos al local favorito de Rubén, o sea, la aclaración del misterio de por qué estando en Madrid otra vez no me atiborro de comida típica española. El interior está decorado con vacas – por eso el nombre del restaurante. La dueña es muy amable (me alabó mi vinilobolso para que lo sepa usted). Como algo que en el plato parece una hamburguesa descompuesta en partes sueltas. Antes me sirvieron un taza de té de hierbas que -bebiéndola un sorbo- se convirtió en un caldo. Bueno, vale, no se convirtió, era una sopa todo el tiempo, solo yo no la reconocí a ojo. De postre tomo un cheescake exquisito. A ser sincera, esperaba el menú adecuado para América del Sur, pero en ese caso tendría que ser capaz de traducir el contenido de la carta. Y con respecto a mi vocabulario, podemos alegrarnos de que en la mesa recibí siquiera algo para comer. Hoy hace un maravilloso tiempo, así que algo atracada decidí dar un pequeño paseo. En consideración a la ruta y al cansancio me paro en el Comercial a tomar un café solo. Estoy segura de que este local lo echaré de menos. Además, de broma, voy a revisar el estado de los servicios. Hoy me quedo sin trabajo. :-) A casa voy por la FNAC de Callao. No sé cuándo estuve allí por última vez, de todos modos, en cuanto entré se me vinieron todos los bonitos recuerdos de la firma de discos de Quique y de Vikxie y ya tengo muchas ganas de la de Leiva. Buceando entre los discos descubrí el álbum de debut de Rebeca Jiménez. Ese CD lo dejaría allí con lágrimas en los ojos y cuando en la caja la dependienta me comunica que hoy hay además algún descuento para él, pues, no tengo la menor posible razón de reprocharme esta compra. En el piso tengo una charla con Jack, es muy amable y -a diferencia de mí- no para de intentar hablar. Y gracias a él me doy cuenta de lo adaptada que ya estoy aquí. Estaba desesperado con la placa de inducción y sobre todo, no podía entrar en el piso cuando estaba regresando de las compras. El principio del funcionamiento de las puertas españolas se lo explico así: "Cuando quieres cerrar con llave, abre; y cuando quieres abrir con la llave, cierra." Después me encierro en mi habitación y espero a las seis. Dando las seis empieza la entrevista de una hora con Benjamín Prado y Leiva. ¿Puede existir algo mejor? Ay, cuántas nuevas palabras habrá. ¡Cómo mola esta manera de aprender! Por la noche quería ir al cine – o al Cine Yelmo "de Rubén" o al Cine Verdi "de Quique". Es que decidí aceptar la producción americana e ir a ver o "El lobo de Wall Street" o "Mandela" diciendo que si me concentro en leer los subtítulos españoles, ya no tendré la capacidad para percibir ese asqueroso inglés. Pero no me viene bien ninguna hora de la proyección. Al final salgo del piso. Es que no resistí la compulsión y voy a la Casa del Libro que está detrás del Retiro, a por los libros de texto cuya autora es Isabela. Pero allí no los tienen, así que tengo que trasladarme a la filial de Gran Vía. La pereza me ha alcanzado, estamos a enero y la señorita callejera toma buses. Pero yo quería tenerlos en las manos cuanto antes. Con respecto al precio, me quedo solo con los primeros dos tomos, el tercero (nivel C) esperará hasta la primavera.


el sábado 25 de enero:


¡Mi último sábado en Madrid (por supuesto que dentro del marco de esta estancia) está aquí! Y con él la visita de El Prado. Sí, lee bien. Ese museo crucial cuya visita ningún turista de Madrid puede omitirla, lo ignoré con éxito en abril y también en junio, pero por esta vez, para que nadie diga nada, sobre todo si lo tengo a la vuelta de la esquina, decidí sacrificarle unas horas de mis cinco meses. Una visita quizá la sobreviva. Me acompañó Marcelka para que la observación de esas enoooormes cosas pintadas fuera más soportable. Hicimos cola y las entradas las recibimos gratis – somos estudiantes y además hablamos inglés – eso por si acaso a las cajeras no les gustara nuestra tarjeta de descuentos ISIC (ningún español se pone a discutir voluntariamente en otra lengua que la materna y nosotras somos extranjeras que en español no son capaces de decir ni pío). Como usted ya sabe, Marcelka es del mismo paño, así que al final no estuvimos en esa enorme pinacoteca ni cuarenta minutos, mientras que la mayoría del tiempo la pasamos buscando a Goya. Es pintor, no solo ese barrio detrás del Retiro en el que usted puede encontrar por ejemplo el Palacio de Deportes, donde tocaron Leiva y Rubén durante la entrega de los premios 40 Principales. El museo lo abandonamos intactas del arte. No nos salvó ni el libro de mi prima que me habían traído en otoño: una edición para tontos donde tiene todos los cuadros "traducidos" – quién, cuándo, qué, cómo y por qué lo pintó y qué quería decir con ello. Simplemente no funcionó. Si se trata del arte plástico, somos casos perdidos y punto. Desde el Museo del Prado, nos dirigimos al Museo del Jamón que es el nombre de la cadena con alimentos digamos no exactamente veganos. Nos compramos la comida, la comimos en mi piso y nos dirigimos hacia Teleférico que -aparte de la guía- lo había recomendado mi querida Eva Amaral. Además, de camino, nos paramos a tomar churros en ese local famoso donde el uno de enero estaba lleno a tope, así que aquel entonces lo habíamos abandonado. Se dice que allí hacen los mejores churros de Madrid, sin embargo, yo tenía por "the best" otro: cuando comíamos desde la radio sonaba "Estrella Polar" de Pereza. Hace mucho que no la oía... después de comer continuámos más allá del Templo de Debod desde donde sale el teleférico hacia la Casa de Campo. Yo pese a mi intención original de examinar el parque y llegar a casa andando me compré dos billetes porque desde las 17:00 Leiva debería estar en alguna otra radio. El tiempo es -en combinación con mi salida que se acerca junto con su promo del disco- implacable. No sé qué hacer antes. Madrid desde arriba fue bonito, aunque no lo superó las vistas desde el parque de las Tetas recomendado por Juan. A casa llegué corriendo casi, casi, sin embargo, Leiva de la radio se oyó después de las seis. Ay, si lo hubiera sabido, habría podido ir a pie. Pero eso no cambia el hecho de que la entrevista fue genial. Cuando terminó, me puse rápidamente el abrigo y por la calle corrí al Museo de Antropología, sí, a ese edificio precioso, que tengo enfrente del piso, y desde septiembre llevo prometiéndome que cuando llueva, iré a visitarlo. La entrada gratuita es en los findes cuando o hacía buen tiempo o estaba en alguna parte de Alcalá, eventualmente durmiendo de los conciertos o hacía los deberes. Hoy tenía la última posibilidad. Mi atención la llamó la exposición "Mujeres – Todos somos una". Es que las fotografías contemporáneas me gustan mucho más que los cuadros de a saber qué siglo. Además me quedó tiempo para ver otras exposiciones – se trataba sobre todo de artefactos de las culturas del tercer mundo. Tengo que decir que tres museos en un día es mi récord, que seguramente no pienso superar próximamente. Estoy tan agotada que preferiría caerme a la cama y dormir. Pero ya no sé cuánta entrevista anunciada con Leiva consecutiva no me permite entrecerrar los ojos. En el programa con la hora de emisión: la medianoche-2:00 de la mañana, "claro que sí", apareció a la 1:24 y habló hasta 1:50. El tema, aparte del disco, fue el fútbol. Esperando la entrevista descubrí un chat excelente con Pereza del año 2005 y gracias a las expresiones que los chicos habían utilizado podía volver a desempolvar mi impecable diccionario de argot español y otra vez amplié mi vocabulario de manera guay. No pienso estropearme mi alegría considerando si lo aprovecharé en la práctica. Por el día de hoy se acabó. ¡Buenas noches!


Saluda


Kristýna (liquidada por la cultura) desde Madrid


Las fotos (y un vídeo :-)):

No tengo influencia en el orden en el que usted recibirá las fotos, no obstante mis comentarios de ellas están aquí:

como me llegaron las fotos de Marcelka, las añado también – se trata de nuestra Nochevieja en la plaza, las uvas y el Año Nuevo en el Santander – el chocolate caliente con ese roscón de sabor a "suavizante" y la vista desde la ventana, también añado el póster del teatro – Los hijos de Kennedy – mi querida Maribel Verdú es la de la derecha, además añado mi lista de conciertos para enero;


y al 29 pertenecen:

las fotos de la radio – esas de calidad son oficiales, esa borrosa amarilla con la toma a la silla vacía, donde luego Leiva tocó, es mía, a él no quería fotografiarlo; la pegatina de la radio; folletos de la exposición "Mujeres" del Museo de Antropología; el concierto de Xoel López en la sala Sol; la entrevista de Leiva en la revista Rolling Stone y mi diccionario de argot :-); la foto oficial de Leiva como reportero durante el partido del Atlético contra el Sevilla y mis fotos desde el teleférico.

K.



¡Y esta vez incluso este vídeo! :-)

Comentarios