De algún modo me he puesto en marcha, así que derrapando hacia la descripción de los otros días hasta que mis dedos logren teclear y mis párpados no caigan de cansancio. Y si la salva a usted de otros trabajos, pues ya nada de demoras y ¡hurra! A leer.
el sábado 21 de diciembre:
Hoy no tengo ganas de levantarme. Si se tratara de la clase, quizá me la fumaría, pero al encuentro literario de hoy con Benjamín Prado no me puedo resistir. Sobre todo cuando aquella vez, el último miércoles de octubre, me perdí la presentación de su libro cerca de mi piso en Atocha. Del evento de hoy espero algo similar. En cuanto salgo de mi habitación, averiguo que las amigas de Begoña ocupan los dos cuartos de baño, así que me arreglo en la cocina. Cuando aparece Begoña me pregunta si voy a un concierto. Claro, a las once de la mañana. Contesto que no, que esta vez voy a un encuentro con Benjamín Prado. Decido ahorrar sus palabras y enseguida añado que se trata de un escritor, de un escritor ESPAÑOL. Por el caos en el piso prefiero ni desayunar, solo agarro una manzana y salgo fuera. De camino descubro que he adelgazado, y en una parte bastante inoportuna (no en las tetas sino en los tobillos). ¿Cómo se reconoce? Pues si para el encuentro con Benjamín Prado, después de mucho tiempo, me pongo los zapatos de tacón y durante cincuenta minutos tres veces casi se me tuerce el tobillo, cinco veces se me caen andando y una vez casi me mató. A la Moncloa llego (viva) con una antelación notable (causada por omitir el desayuno, ya que el calzado de hoy no me ha permitido mi esprint tradicional. Como hace bastante frío, directamente entro en la librería donde me entretengo la espera hojeando todo lo que me viene a las manos. Como decía que ya no iba a comprar aquí más libros, entonces de verdad "solo lo decía", pero todavía no lo he realizado. Es que descubrí un excelente (y si se trata de una expresión de mis músicos españoles, entonces ¡también imprescindible!) diccionario de argot español, y me dirigí con él a la caja. Después de la una, en la librería ya llena de sus fans aparece el protagonista y empieza la firma. Entiendo que hoy, por desgracia, ninguna charla sobre los libros se celebrará. Menos mal que añadí al bolso esa segunda novedad de Benjamín de septiembre. Se la presté a Inma, lo olvidé y solo gracias a eso mi madre no me la llevó en octubre. Ahora, por lo menos, puedo ponerme en la cola. Cuando me toca, Benjamín me pregunta el nombre y yo, como siempre, comunico: "¡Kristýna con K!" Dice que le suena, empieza a discutir de dónde, o sea, no quiero interrumpirle voceando que me escriba, después de la T, la Y griega con acento. De todos modos ya estoy harta de eso. A continuación, le interesa de dónde soy y cuando digo que de Praga, se pone tierno y explica que se trata de su ciudad favorita. Me recomienda el libro "Romper una canción", aquel sobre el proceso del origen del disco de Joaquín Sabina, lo que yo llevo esperando en vano y también se lo digo. Él mismo reconoce que actualmente está a disposición solo en la forma de e-book, asiento diciendo que ya lo tengo, pero la versión electrónica difícilmente me la firma. Su colección de relatos ya con la dedicatoria y con la firma me la pasa diciendo que luego vamos a tomar unas cervezas, y de este modo me invita también a mí si tengo tiempo y ganas. Bueno, ¡quién no las tendría! Así que en vez de salir, estoy pasando un rato junto al estante con las publicaciones lingüísticas. Mi vistazo a los libros de texto lo interrumpe el comentario de Benjamín sobre mi vinilo bolso. Comunica a toda la librería que mi bolso es super guay y además lo golpea ligeramente. :-) Debería empezar a apuntar qué famoso me lo ha tocado aquí en Madrid. :-) Bueno, luego vamos a ese bar, me alegro al saber que se trata del local Café Van Gogh. Hace mucho que quería ir allí pero dado que no lo recomendaba ni Leiva ni ningún otro de mis queridos artistas, todavía no he encontrado motivo suficiente (¡y tiempo!) para pasar por allí. Los invitados éramos unos diez y Benjamín preguntó personalmente a cada uno qué le apetecía (increíble cuando su autor favorito del extranjero dice: "¿Y a ti, Kristýna, qué te pido?") y para que no haya dudas añade: "¡Vosotros pagáis libros, yo cervezas!". Fue una experiencia maravillosa. Una señora se puso a charlar conmigo y luego se sumaron otras dos. Cuando salió que yo era de Praga, empezaron a entusiasmarse por cuánto les encantaba esta ciudad y cómo todo las había apasionado. Yo respondo que siento lo mismo con Madrid, lo que les extraña porque a Madrid no le ven nada interesante. Elogio la seguridad de aquí y el metro, ellas, al contrario, en estas cosas consideran mejor Praga. ¡No lo entiendo! A continuación les interesa qué hago en España y cuando verdaderamente reconozco que "estoy fingiendo interés por el estudio", se ponen a reír a mandíbula batiente. Dicen "qué guay" y "qué chica tan graciosa eres". Luego otra, que se perdió la firma, se fija en mi bolso mientras que las otras la aseguran que ya lo elegió "Benja" mismo delante de todos en la librería. Nos vamos después de casi una hora muy agradable. En la puerta Benjamín me dice: "¡Tu bolso, Kristýna, fue lo que hoy más llamó la atención, de verdad!" Emocionada me despido -claro- dándome dos besos con él y también con su mujer María, y me dirijo hacia el centro. Aprovecho el camino soleado a casa para echar un vistazo al club Shoko, donde el jueves me espera el concierto de Gran Cañón de Leiva y logro encontrar incluso su bar favorito, Cava Baja 5, en abril lo pasé de largo como Estrella Polar. Además, por 50 céntimos me compro una postal que pienso enviarme a la República Checa en mi última Alcalá (última en esta temporada, por supuesto) desde un buzón de Alameda. Cuando llego al piso, en la cocina hay una leonera quizá más grande que ayer. Entonces de nuevo todo lo arreglo, pero esta vez lo nota Inma y me asegura que a Begoña le echará una buena bronca. Especialmente, cuando el cuarto de baño, el salón y las habitaciones parecen igual. Según una cita, es la mayor virtud no desear nada malo incluso ni a nuestros enemigos. Hm. Entonces hoy no seré virtuosa ni por error. :-) Begoña que acaba de volver, jura que lo arreglara ella misma. Sí, pero tres semanas atrás, enojada me comía el coco con que hacía falta mantener las habitaciones ordenadas, da igual si uno tiene turno o no, yo además tengo el turno y no voy a perder el tiempo pensando sobre cuándo la limpieza me toca a mí y cuándo no. Si a mí ese "poner las cosas a su lugar" me gusta. En mi habitación me preparo para el concierto de Quique González, o sea, el sábado de los sueños no acaba ni de lejos. Del bolso saco el libro de Benjamín, al que olvidé completamente (probablemente por las experiencias nuevas que me he llevado de la tarde pasada con él). Lo que dije sobre Quique González, que no se le podía entender, para que después del concierto de Dani Martín me retractara, ya sabe. Llegó la hora de pedir disculpas a Quique por sus garrabatos. No puedo decir que Benjamín Prado garrabaté, es que él hace solo algunas curvas que se parecen lejanamente a nuestras Montañas de los Gigantes. A esas líneas onduladas intentaba asignar las letras casi una hora. Después llegó el tiempo para salir – a pie, naturalmente- hacia Sala But. Dado que a este concierto asiste también Inma, pero que escoge el metro, quedamos en Tribunal. En la sala hace calor y hay bastante gente. Aun así, llegamos con éxito a la parte frontal, además yo logro durante todo el concierto estar recostada en la pared, lo que mi espalda recibe con agrado. Después de las ocho y media empezó y no cesó hasta las once. Quique tocó canciones maravillosas, incluso mis favoritas. Fue mi mejor concierto y si lo hubiera sabido habría comprado la entrada también para el de viernes. Me da pena de verdad que una pasada así la haya vivido solo una vez. Inma luego va a una cita y yo, porque me acometían las ganas colosales de cerveza, voy a casa por el Tigre. Una caña y un plato lleno de tapas me los comí en un santiámen. Al mirar el reloj, o sea, que seguimos estando en sábado, me doy cuenta de que ya se trata de mi segunda cerveza por día. Pero la española me gusta, no es tan amarga como la nuestra checa. Cuando salgo, me doy cuenta de que al pagar olvidé dejarles una propina. Es que allí había un follón como en un fast food y el otro día pagó Marcelka. Ay, qué tonta soy. Y justo en el Tigre. Después de llegar a casa, poco a poco voy cayendo en la cuenta de cómo el tiempo pasa volando. Mi entusiasmo de "post concierto" lo reemplaza la melancolía. La entrada, que lleva usted teniendo colgada en la pared desde septiembre como una meta que espera con ilusión varios meses, de repente se va. Voy temiendo a ese concierto del jueves de Leiva con Gran Cañón. Esa larga expectación de la que después de un momento quedan solo recuerdos y unas fotos y vídeos en el móvil... :-(
el domingo 22 de diciembre:
Hoy me despierta el canto de un gallo. En serio. Pero para aclararlo – alguno de los amigos de Begoña que están aquí desde el viernes, tiene un sonido así en el móvil. Y las paredes finas de los pisos madrileños son famosas. Cuando me preparo la papilla, Begoña me asegura personalmente que hoy yo no haga nada, que todo el piso lo arreglará ella misma después de la salida de sus amigos. Vale. El día soleado lo aprovecho para dar un paseo al centro – paso por el mercadillo El Rastro y luego me preparo un "cóctel" turístico de las recomendaciones de Amaral, es decir, de Eva y Juan. En Lavapiés encuentro incluso aquel lugar de mi "cita con Leiva", donde recostado en una pared seguía llamando por teléfono pese a mi persecución y mi horóscopo. Saco una foto también del teatro Kapital, el escenario de la entrega de los premios de la revista Rolling Stone, y de la calle Salitre aunque tengo la sensación de que el hit del mismo nombre de Quique tiene algo que ver más con un pueblo en algún lugar del sur de España (*explico: en realidad, según esta calle madrileña se llama el segundo disco superexitoso de Quique González – "Salitre 48"; allí el cantante vivió por un tiempo). A casa vuelvo bastante cansada así que rechazo mi presencia en el concierto de Jorge Marazú en el Búho Real. Menos mal. Me perdería la actuación tragicómica de Begoña con el tema "El suelo del cuarto de baño fregado." Es que Inma, después de regresar al piso, se dirigió -naturalmente, sin saber nada- justo allí, por lo que Begoña se enojó enormemente. Su grito de que es "físicamente imposible" que ese suelo ya esté seco, me hizo partirme de risa en la cocina como la ponencia de Juan en cuanto a mi alimentación. Bueno, nada en contra, pero no hay muchas cosas que logren ensuciar ese suelo oscuro y en el caso de que sí, pues, unos cuantos movimientos con la fregona lo arreglan enseguida. Ay, algunas mujeres a veces no paran de sorprenderme. :-) Por la noche, en lugar de una salida de las chicas, me sorprende la llegada de sus padres. La hora para meterme en mi habitación.
el lunes 23 de diciembre:
Como por la noche llegué a saber del horóscopo, el cual mi madre tiene que enviarme cada semana, ya que se me cumplen que te cagas, el día de hoy no podía terminar de otra manera. Uno planeará algo y nada. Menos mal que puedo echar la culpa a la constelación estelar. O sea, en vez de un gallo hoy me ha despertado algo como un taladro, probablemente se trataba de una aspiradora eficiente. La mamá de las chicas, Clara, se hizo cargo de la limpieza del piso, no sé si por la visita del finde de Begoña o por las fiestas entrantes. De todas maneras, se podía oír también cómo refregaba, limpía, barría, y ya no hablo de lavar la ropa y secarla. Me parecía inoportuno entrarle en el cuarto de baño limpiado por ella, así que esperaba a la una a su salida. Luego capitulé, me puse lo primero que tenía a mano, a Clara la llamé "Begoña", le deseé fiestas bonitas, como un detalle le entregué el calendario de Praga para el año 2014 y salí corriendo del piso. Al amable y siempre tranquilo papá Ignacio no me lo encontré, así que no logré despedirme de él. En el programa estaba planeado abusar del transporte público madrileño. Como se sabe, los checos siempre intentan encontrar alguna manera de cómo eludir las reglas que suelen funcionar en otro país. Es que, aquí, cuando sube al autobús, tiene que marcar el billete delante del conductor. Si tiene abono, o sea, el bono de transporte, hay que pasarlo por la máquina. Pero ya nadie controla si la tarjeta realmente pertenece a usted. Pues mi actuación ilegal, para la que conté con la ayuda de Marcelka, pero ella con eso no tenía ningún problema, consistía en viajar todo el día por Madrid gratis con su tarjeta. Que me perdone el hecho de que yo invertí mi pasta en las entradas, discos y libros, o sea, a mí nadie me puede acusar de que rechacé apoyar la economía enferma española. Al contrario. Con respecto a la cantidad de todas las cosas mencionadas más arriba que pagué, incluso del IVA vertiginoso, carezco de dinero. Por desgracia, no tenía tiempo para pensar bien a donde exactamente quiero ir, así que salté en el primer bus que se me paró delante. Con el catorce subí arriba a la avenida de Pío XII. Desde allí quise continuar a la Plaza Castellana, para durante el viaje cambiar de opinión y partir, con otra conexión, en dirección contraria a Ciudad Lineal por la arteria Arturio Soria. Me alegro de haber recorrido toda su longitud, de todos modos, después de bajar, ya estaba harta de eso. Por una parte, de verdad no tengo nervios para hacer trampas, y además, me di cuenta de que ese ir por autobuses me había atraído en vano. Cuando uno luego está sentado en ellos, entonces o está atascado en los semáforos o debido a la velocidad no le queda tiempo de mirar a todos los lados e ir absorbiendo Madrid. Me alegra que por estas excursiones no pagué ni una corona, es decir, ni un euro. Pues, de Ciudad Lineal ya caminaba por mi Alcalá con mi ritmo rápido a casa. En Casa del Libro, a la que simplemente no puede uno resistirse, otra vez me atacaban unos libros guays, pero el vacío en mi cartera me salvó y los devolví bien a la estantería. Por suerte, fuera me di cuenta de que Marcelka todavía no me había pagado esa sudadera y yo, entonces, tengo siete euros de sobra. Una noticia del día con ene en mayúscula: Leiva publicó las fechas de sus primeros conciertos, Madrid todavía no está entre ellos. Personalmente calculo mi regreso a Madrid en abril. También logré encontrar de nuevo la entrevista en la que Leiva había dicho que por el concierto de Tom Petty piensa volar a Dublín, ya que, Petty evita España. En la carta aquella vez había escrito un montón de cosas tontas e inútiles, pero creo que cuando leía que debido a su concierto yo aquí era capaz de fingir estudio a cuenta europea, eventualmente volver a mi propia cuenta, seguramente no se extrañaba tanto. Al amor, aunque sea a la música, simplemente no se le puede ordenar nada. Después de llegar a casa ya me esperaba el piso vacío, y yo corrí aprovechar ese silencio existente entre los edredones. ¡Ya hacía mucho que no estaba en la cama antes de la medianoche!
el martes 24 de diciembre:
Por fin puedo disfrutar del piso vacío. De todas maneras, la combinación del día lluvioso y festivo no me permite más que estar metida en casa, pero que es ideal para ponerme al día con los asuntos pendientes que durante diciembre se me acumularon a punta de pala. Además ¡qué silencio y calma! ¡Y es pan comido! No creía que alguna vez sería capaz de declararlo, pero debería ser Navidad más a menudo. A las dos viene un ratito a verme Marcelka. Vino a por la tarjeta, pero como está loca con el examen de latín entrante, al que se someterá en Brno, enseguida se precipita a casa a empollar. Bueno, todavía logra echar un vistazo a las habitaciones de las chicas. Es que se nos ocurrió que podríamos vivir juntas en Praga después de regresar a Chequia (cuando esté sin mi tarjeta de trenes gratis eh), y sus cuartos muy de estilo son para nosotras una buena inspiración. El resto del día me lo hace más agradable escribir los megaemails atrasados, gracias a los que recuerdo todo lo bonito que me pasó aquí durante diciembre. Para escribir me suena en Youtube una canción de Quique que me encantó en el concierto, y como acabo de llegar a saber, también está en su nuevo disco el que aquí no tengo dónde ponerme. Menos mal que Youtube existe. Para que no se diga, llamo a casa, donde enseguida me toman el pelo respecto a mi pijama y mi cara no maquillada. A continuación, me comunican que se sentían amables y algunos dulces navideños me esperarán hasta febrero. Bueno, no sé, después de todas las palmeras y todos los "príncipes" preferiría recibir un abono al gimnasio. A mi familia la informo de mi idea de hacerme un tatuaje. Primero, pensaba en la letra "M" (como "Madrid"), pero luego se me ocurrió añadir "L". Me gustaría si, como un recuerdo por esos meses increíbles que pasé aquí, decorara mi muñeca interior izquierda el monograma "L M". Inspirada por la canción de Pereza (en este caso de Leiva) "Lady Madrid", lo tengo por acertado y a la vez en apariencia nada demasiado revelador para mi entorno. Además, si tomo en consideración que todo se lo agradezco al hombre cuyo apodo empieza con "L" y nombre de pila con "M", creo que no podría elegir mejor. Sin embargo, mi madre no ponía para nada cara de alegría. Hasta ahora acabo de darme cuenta de que debería decir con seguridad: Si es como "Lenka Maminka". :-) (*explico: "Lenka" es su nombre y "maminka" significa en checo "mamá"). Pues, vamos a ver si me decido: primero se dice que en la mano duele que te cagas y tampoco es gratis, eh. Pero sí, pienso hacerlo (lo de dejar de tartamudear con "Hable como un portavoz" y dar calabazas a los "príncipes" pensaba también y ¡cómo he acabado!). Una de las pocas tradiciones que nuestra familia por Navidad cumple y que me encanta, es un encuentro regular de todos los miembros de nuestra famila Horská en casa del tío Jarda. Me da pena que este año por primera vez tenga lugar sin mi mono de peluche, porque los desalmados de mis padres lo dejaron en casa. Yo asisto – aunque solo un ratito- a través el Skype. A todos les aseguré al principio que para esta llamada no solo me había maquillado sino que también me había perfumado. Qué va, la famosa carcajada y "maaaadre mía" de mi tía Blanka nunca falla. Una cosa es aseverar que no me gusta la Navidad, que me gustaría más pasar ese día sola y como cualquier otro, y otra demostrarlo pasándolo sola y como cualquier otro. Después de boicotear las clases de baile, el baile de bachillerato, el estudio para el bachillerato, la fiesta de bachillerato, el estudio para el examen final de la uni y la ceremonía de graduación, tengo otro hito exitoso (lo que con respecto al clima español, el programa de la tele sin los típicos cuentos de hadas checos y las decoraciones, al final no había ningún problema). Ni en esto el horóscopo para esta semana se equivocó y lo pasé genial, de verdad. Con la estancia en casa de mi familia hospedadora ¡váyase usted a freír espárragos! :-)
el miércoles 25 de diciembre:
Un esfuerzo enorme de trabajo lo logré mantener también hoy. Me puse a hacer una limpieza tan grandiosa que todavía aquí no había hecho y, en esencia, ya ni pienso repetirla. ¡Todo lo que barrí ni quiere usted verlo! Aparte de mi habitación, limpio también en mi portátil, ya que en el escritorio y en las carpetas se me han acumulado muchas cosas. Me pongo al día con los asuntos pendientes en cuanto a los modismos y al final también me toca a mí, es decir, cuando por fin tomo la depiladora. Yo sé que la depilación de las piernas parece una información insustancial, pero la longitud de los pelos es un indicador fidedigno de la medida de mi ocupación. Cuando no me queda tiempo ni para esto, me doy cuenta de lo ocupadísima que estoy. Mis ganas del concierto de Leiva en la formación Gran Cañón, que será mañana, me las enturbia un poco la información de que al mismo tiempo tendrá un concierto en Madrid Rubén. La desintegración (o, si quiere usted, "la pausa creativa") de Pereza no me preocupaba y me encontraba entre las opiniones de que en lugar de un excelente álbum del grupo, teníamos nosotros, los fans de Leiva y Rubén, a disposición dos excelentes álbumes de solistas. Pero ¿qué hacer ahora, cuando a Rubén lo quiero ver a rajatabla, sin embargo, a una mitad de Pereza la separan de la segunda unos diez kilómetros? Aaay. A Rubén se lo perdono después de descubrir en la red el nuevo número de la revista cultural madrileña con el calendario de los conciertos para enero. Actuará el jueves 9. Bueno, ojo, es el día de ese teatro mío (carísimo), pero el espectáculo empieza a las 20:30, no dura ni dos horas y Rubén está planeado en un bar desde las 23:15. Cuando las cosas salen, pues salen. Además, Rebeca Jiménez dará un concierto en mi querido Búho Real. Después de la maravillosa experiencia en la sala Galileo no pienso perdérmela ni en enero. Solo me falta la actuación avisada de Carmen Boza. No sé si lo he perdido por error, eventualmente si de verdad puedo olvidarlo. Cuando las cosas no salen, pues no salen. ¡Pero el día de hoy ha sido bastante bueno y mis primeras fiestas navideñas fuera de la República Checa también!
Saluda
la boicoteadora Kristýna desde un Madrid otoñal-invernal
La fotodocumentación n° 22:
El bar de Leiva "Cava baja 5"; el club Shoko donde el jueves me espera el concierto de Gran Cañón; la leonera en el piso – como un ejemplo, la del salón; la dedicatoria y la firma de Benjamín Prado y la entrada para el concierto de Quique; el concierto de Quique; la caña y tapas en El Tigre; del domingo un chico con una mochilla bonita :-); el Teatro Lara donde estuve en el concierto de Iván Ferreiro y Carla Morrison y casi me dio allí un yuyu (por la publicación de Leiva en el Twitter acerca de mi carta); el club "El Perro de la Parte de Atrás del Coche" donde estuve en el concierto de Vikxie (de nuevo, lo he sacado hoy durante mi camino "Amaralino"); la cafetería favorita de Eva Amaral Café Ajenjo; el cartel para el concierto de Gran Cañón (en el centro – la calavera con sombrero); la Real Academia de la Historia – el lugar favorito de Juan de Amaral; el Teatro Monumental donde estuve en el rodaje del programa de radio con Amaral; el Cine Doré (en el que estuve junto con Marcelka en noviembre en la "Retirada" de Havel, es un sitio que les encanta a los dos, tanto a Eva como a Juan); las callejas de color en Lavapiés; dos persianas amarillas de la tienda ConSentidos – el lugar donde Leiva se paró y luego en el que entró; el Teatro del Barrio-Sala Triángulo le gusta a Juan de Amaral; la calle Salitre (de la canción de Quique); el Teatro Kapital donde se otorgan los premios Rolling Stone y un sitio por donde a veces regreso a casa – gracias a Eva Amaral llegué a saber que se trataba de esas ferias de libros famosas.
K.
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