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Megaemail n° 26

¡Mi querida maestra!


A los españoles les trajeron los regalos los Reyes Magos, usted en enero en Chequia tiene que conformarse solo con mi otro "cincodial". Pues, ¡póngase a leer sin duda!



el lunes 6 de enero:


Para que los españoles pudieran desenvolver los regalos de los Reyes Magos tranquilamente, hicieron del día de hoy otra fiesta nacional. Ya es el tercer lunes consecutivo sin tener la clase de El Hablador y por fin voy acostumbrándome. Todavía en la cama veo el nuevo vídeo de Leiva para el sencillo "Terriblemente cruel" y leo los comentarios un poco decepcionados diciendo que prácticamente no difiere de los vídeos de "Nunca nadie" o "Miedo", simplemente también esta vez la cámara capta durante todo el tiempo solo a la banda. Comparto la opinión, pero a mí me gusta (porque en él Leiva tiene en la cabeza el mismo sombrero y lleva la misma camisa vaquera que en la foto conmigo, ¡jaja!). Del piso salgo a eso de la una con la intención de dar hoy solo un "paseo central". Así llamo a vagar por las calles del centro, lo que mis piernas reciben con agrado. Pues bien, no lo reciben con agrado, pero protestan menos que durante mis expediciones recorridas que no bajan de los veinte kilómetros, verdad. Fui a la plaza de Colón a sacar una foto de aquella bandera gigante española que ondea orgullosamente en el viento. Paseaba por el barrio de Chueca y cuando empecé a sentir hambre, me decidí a intentar si a pesar de la fiesta nacional estaría abierto Ajenjo. Sí, esa cafetería favorita de Eva Amaral, la que el otro día solo la descubrí, sin embargo, ya no tenía ganas de entrar. La experiencia amable de ayer en el bar de Javier me animó a explorar los locales aún desconocidos y junto con el letrero "Abierto" resultó otra bonita tarde. El café está estilizado como a principios del siglo pasado y es famoso por sus batidos y tartas caseras. Elegí un batido de yogur frío y un pastel de chocolate, o sea, sí, Kristýnka se decidió a resfriarse y "enflemarse" "en directo". Pero bueno, por una vez, ¿cuándo aquí tomé un yogur o una leche últimamente, si no tomo en cuenta el café? Cuando puse la cucharilla aparte, hojeaba mi agenda del año pasado en la que todo el año había apuntado las palabras españolas. Poco antes de salir, encontré la expresión "dinero suelto" y eso me vino especialmente bien. Tuve que pedirlo si quería dejarle unos céntimos al dueño. Morada me encaminé al piso, donde justo me crucé con los chicos. Sí, el hermano de Emejota y su amigo estaban a punto de salir y les sorprendió muchísimo que Kristýna fuera yo. Es que el sábado les recibió Marcelka mientras que yo estaba en el concierto de Vikxie. El resto de la noche me ocupé de la lavadora y la secadora y a mí misma estudiando las páginas web de los museos que quería visitar y con respecto a la entrada libre no pagaría ni un euro por eso.


el martes 7 de enero:


El último día de vacaciones llega -por supuesto- en el momento en el que uno se acostumbra completamente al ocio y al piso vacío. No sé que me ha agobiado tanto, de todos modos de la cama logré salir a eso de las dos de la tarde. Si no hubiera necesitado ir a la librería situada en la parte opuesta de la ciudad, no tendría ningún problema en pasar durmiendo todo el martes. Afortunadamente. Al salir del piso, como siempre, me aseguro de tener las llaves porque sin el móvil y en ausencia de las chicas e incluso Marcelka, me convertiría en una sin techo en un instante. Esta vez me aseguro de que llevo conmigo también el regalo, es decir, la razón de mi camino a la librería Visor. Es que me decidí a regalar el libro "77 leyendas de Praga" (en español) a Benjamín Prado, al ser un señor tan majo que adora Praga y varias veces me hizo la estancia aquí más agradable. A la pregunta (en el Facebook) de dónde pueden los "Reyes Magos de Praga" dejar algo misterioso, me respondió Benjamín mismo que Visor sería ideal. El paquete se lo entrego al vendedor sin problemas, ya que con esto ya tengo experiencia desde la carta para Leiva, verdad. :-) Además, esta vez puedo decir que Benjamín lo sabe. A casa tomo el camino que pasa por mi paraíso de alimentos naturales donde me compro por última vez el tofu y el tempeh. Y dado que en el camino se me ha cruzado mi cafetería favorita del barrio de Bilbao - Café Comercial, como una buena "holgazana de cafetería" acabo allí. Estoy atracándome con una napolitana de crema, bebo a sorbos un café con leche y hojeo el libro de ejercicios de español. Después de una horita empiezo a andar lentamente a casa. El piso lo tengo limpio y ordenado para la llegada de las chicas ya desde el lunes, por si acaso. Y por la noche –qué sorpresa– Inma aparece en la puerta. Las vacaciones terminaron completamente.


el miércoles 8 de enero:


Apenas me acostumbro al piso vacío y a las vacaciones, llegan no solo todas las chicas sino que también llega la hora de tener clases. Con todas las fuerzas salgo de la cama y me voy a la clase de Psicopatología. Esa pasó rápidamente porque El Hablador ya había terminado de "habladorear" y ahora la clase la llenan las exposiciones de mis compañeros. Hoy tuve que esperar en la facultad hasta las tres y media para el horario de oficina de mi coordinadora. Aún antes de la clase fui a controlar que en la puerta no estuviera colgado ningún aviso, así que cuando ya eran las cuatro menos veinticinco y no había nadie en ninguna parte, me decidí a no rendirme y arreglármelas a mi manera. Escribí en una papeleta el ruego para que me sellaran los documentos adjuntos, con la intención de meterlo debajo de la puerta y mandarlo por el correo "umbral" a la oficina. Escribiendo el recado en el pasillo apareció una compañera de mi coordinadora. Me dijo que hoy Elsa estaba enferma, de todos modos esos papeles podía dejárselos en su mesa. Pues bien, esto ya debería estar hecho. A Atocha tomo la ruta norte, nuevamente a través de Estrecho hacia Nuevos Ministerios porque quiero examinar ese pub irlandés en el que mañana tocará Rubén (una mitad de Pereza, la primera es Leiva). Dado que al concierto iré corriendo desde el teatro, alguna pérdida de tiempo causada por la búsqueda del pub de verdad no puedo permitírmela. En la calle Avenida de Brasil me oriento enseguida porque en ella se halla el club Moby Dick, donde estuve con Marcelka hace tres semanas en el concierto de Los Madison. Y aquel bar irlandés está justo al lado. Con un palmo de narices me deja la información en la puerta según la que Rubén en vez de a las 23:15 actuará ya a las 22:00, lo que me coincide con el teatro. Espero que se hayan equivocado y que sea válido el tiempo mencionado en mi boletín cultural de Madrid. Caminando a casa se me ocurre ir de nuevo a Café Madrid a comprobar que sigue estando cerrado. Qué sorpresa al ver por primera vez las persianas subidas y oír la producción de música esparciéndose del bar hasta la calle. Leiva decía que era un local chulo, al que le gustaba ir porque allí siempre sonaba Sam Cooke. No sé, no lo reconozco, de todos modos, a mí no me queda otra solución que entrar allí a tomar vino. Automáticamente pido un vino tinto. Estoy sentada sola al lado de la ventana con una copa de Rioja y con el libro de ejercicios de español. Tengo que decir que el interior es realmente precioso y también la música me encanta. Estoy decidida a pararme por aquí una vez más. La próxima vez pediré un vino blanco y así perfectamente resolveré esa complicación que Leiva me causó cuando no había indicado qué vino tomaba aquí él. Después de regresar a Praga estoy obligada a rellenar un cuestionario oficial super largo relacionado con esta estancia de estudios. Una de las preguntas es si durante el tiempo pasado aquí me afectaron algunos problemas graves, en el caso de que sí, entonces cuáles. Bueno, ya me veo informando a la oficina europea:

  1. Me coincidió el concierto de Rubén Pozo con el espectáculo del teatro por el cual pagué al cambio casi setecientas coronas (pero sí ¡la entrada la tengo para la primera fila!) para poder ver a Maribel Verdú.
  2. No sabía qué vino bebía Leiva en Café Madrid, así que tuve que ir allí dos veces.
  3. No he logrado conseguir los discos del NoCerdo Dani Flaco.
  4. ...

Pero el problema más grave de hoy ha resultado ser otro. De verdad no contaba con que hoy ese vino me saliera bien y por eso no había contado la comida. Simplemente no caí en la cuenta de que mi última comida, de hecho, había sido la primera de hoy, todavía antes de la clase. No me salvaron ni esas palomitas que el camarero me había servido poco después del vino. Pagar lo logré, aunque desde la mesita hacia la caja me había levantado diciéndome a mí misma: "Despacio, Kris, que no tropieces. Tranquila, tranquila, tranquila." De camino a casa intentaba eliminar cualquier accidente avisándome de las cosas a las que me acercaba o ellas se acercaban a mí. Yo no sé, Madrid parecía como si estuviera en la cama elástica (¿o quizá yo?). Pues algo que se parecía a la marcha me lo entretenía -espero- susurrándome: ¡El bordillo! ¡El charco! ¡El agujero! ¡El bordillo! ¡Las hojas! ¡El bordillo! ¡El cubo de basura! ¡El paso de peatones! ¡La bicicleta! ¡El bordillo! Me desemborraché en mi habitación delante de mi ordenador al leer que Rubén mañana de verdad actuaría ya a las diez. La entrada es libre hasta completar el aforo, lo que significa estar allí como mínimo una media hora antes y al mismo tiempo otra media hora me la quitará el traslado en metro. Así que si cuento bien, si quiero ver a Rubén a rajatabla, tengo que largarme del teatro a las nueve, sí, de esa función que empieza a las ocho y media y yo tengo la entrada más cara desde diciembre (ni añado que esos Los hijos de Kennedy están en el programa hasta el doce de enero y se rebajó el precio de las entradas). ¡¡¡Jodeeeeeeeer!!!


el jueves 9 de enero:


Después de levantarme, paso corriendo por el cuarto de baño y me dirijo a la facultad. Didáctica fue fenomenal, tantas actividades inspiradoras que algún día pueda aprovechar para enseñar español, eso casi no se ve. Agradezco cada clase a la que he podido asistir. Después de Didáctica, volví a sobrevivir Psicología. El tema de hoy fue algo como la atención, o sea, algo a lo que yo me había resignado en esta asignatura. A casa voy a toda prisa porque hoy me toca el teatro y Rubén. Después de girar desde la Plaza de España hacia el Palacio Real pasan por mi lado (de una estudiante no atenta, no obstante, una callojera atentísima), una chica de pelo negro y un tipo con gorra – ¡Eva Amaral a Juan Aguirre, esos dos a cuyo concierto había asistido en marzo en Múnich y también les había visto en diciembre durante la grabación de aquel programa de radio! ¡Uaaaa! Paré estupefacta para inmediatamente después prohibirme a mí misma cualquier persecución. Es que siempre se trata de tal choque y un instante tan corto a la vez que uno nunca sabe qué hacer en ese momento. Después se me ocurrió que los hubiera podido alcanzar corriendo, brevemente darles las gracias por sus canciones estupendas y proponerles que dieran un concierto en Praga, si en Alemania están como en casa, sin mirar la barrera lingüística. Qué pena. En el piso solo ceno, aunque además logro escribir a Anita en el Twitter preguntándole qué va a hacer el martes 28 de enero por la tarde. Jajajaja. ¡Ímaginese usted! ¡Leiva - aparte de que ese día saldrá a la venta Pólvora- desde las siete de la tarde firmará a los fans en la FNAC Callao, allí donde ya había estado en la firma de discos de Quique González! Así que el plan está claro: en cuanto acabe de escribir el examen de Psicopatología, me precipitaré en la FNAC a hacer cola y está guay que la espera me la entretenga justo Anita. ¡Por fin nos conoceremos, charlaremos y lo coronaremos con el disco personalmente firmado por nuestro adorado Leiva! ¡¡¡Ay, qué ganas tengo ya!!! Luego me divierte la reacción de mis amigos sobre mi post de ayer en el Facebook. Fue:

"Llegué a la conclusión de que son prácticamente imposibles de reformar las facultades de pedagogía y mi única posibilidad es fundar una academia de pedagogía privada provisional. Dado que hoy en día todo depende del dinero, fui a visitar a Karel Janeček (*un matemático, luchador contra la corrupción, mecenas y multimillonario checo) preguntándole si participaría conmigo y patrocinaría económicamente mi proyecto. Primero me preguntó si yo le tomaba el pelo. Le aseguré que en absoluto. Después de explicarle todo hasta el último detalle, parecía que iba a asentir... bueno, y en ese momento sonó ese maldito despertador. Aaaay. Nosotros los reformadores nunca lo tuvimos fácil en la historia."

Me dieron "like" 22 personas y yo tenía que reírme al imaginarme que si recibiera por cada click en el botón "Me gusta" un millón de coronas, lo lograría incluso sin Janeček. Antes de las ocho voy de prisa al teatro decidida a que en el lugar veré cuánto (no) me gusta y a eso adaptaré la huida al concierto de Rubén. En el edificio entro convencida de que a las nueve lo abandono. Sin embargo, en cuanto entro en el auditorio, tengo que ceder con mi convicción. El teatro es precioso, el acomodador muy amable, la butaca cómoda y la vista excelente. Por la sala suena Don McLean y su "American Pie" y en el fondo del escenario abierto proyectan tomas de época, es decir, a Kennedy, Luther, hippies, etc. ¡Qué impresionante! Empiezan justo a las 20:30 y tal como me informé, no habrá descanso. Resulta que el título "Los hijos de Kennedy" corresponde a nuestros "hijos de Husák" (*explico: así se llama la generación de los niños nacidos en los años 70 en Checoslovaquia durante el gobierno del presidente Gustáv Husák, se trataba de una generación muy numerosa; por cierto, sobre ellos canta Chinaski, un grupo checo superpopular, cuyo líder Michal Malátný nació en 1970, la canción la podéis poner aquí), entonces no habla de la familia del presidente, sino que la acción tiene lugar en un bar donde alternativamente tienen un monólogo cinco personas a las que de algún modo influyó el atentado del presidente americano: un veterano de Vietnam, una secretaria, un homosexual, una hippy y una amante de Marylin Monroe ansiada por la carrera de actriz y por la fama. ¡Flipé! Pensaba que tendría problemas para entenderlo bien, pero era al contrario. Simplemente, se notan los actores diplomados, les entendí casi todo (el "gangoso" Dani Martín es evidentemente esa excepción que confirma la regla :-)). La función terminó a las diez y cuarto y me decidí a no renunciar al concierto de Rubén, aunque viera solo un trocito. En el lugar estuve en una media hora, me metí en el pub petado, sin embargo, la vista la tuve aceptable. Y no solo es que lograra escuchar unas ocho canciones, sino que también una de ellas fue "Margot" – el súperhit de Rubén todavía de los tiempos de Pereza. Oírla en vivo y vivir esa reacción del público era algo fantástico. De hecho, el día de hoy ha sido especialmente increíble: Didáctica, Amaral, teatro y Rubén. ¡¡¡Wau!!!



el viernes 10 de enero:


Del concierto de Rubén regreso a pie a la una de la mañana. Una hambre terrible puedo matarla a estas horas solo en el asqueroso McDonald's. Dado que las cheesburgers no me gustan y por esencia es casi nada, me decido a probar ese Big Mac famoso. Pero la señorita lo comprendió como el nombre de todo el menú, así que aparte de ese panecillo me metió también cola con hielo y una porción de patatas fritas. Por dios, ¡¿cómo alguien puede comer esto y a la vez no estar muerto?! Fue una porquería tan asquerosa que la próxima vez prefiero quedarme hambrienta. Además me ha recordado una campaña anti-fastfood mostrando una hamburguesa hermosamente adornada e intacta después de cien días con el eslogan "¿Ni las bacterias la comen, por qué la comes tú?". Cuando me desperté no tenía ni idea de qué hora era. Mi viejo Nokia se me descargó, el ipod estaba en alguna parte de mi bolso. Al final alargué la mano a por mi cámara y eché un vistazo al reloj en ella. Bueno, la 13. Señorita, ¡a levantarse! Para saber qué había pasado en el mundo, puse mi ordenador puesto que de navegar con el móvil desde mi cama caliente había tenido que despedirme cuando el reloj dio la llegada del año nuevo, eh. Lo que me asombró era el reloj de la barra del monitor, que marcaba las once y media. ¡Vaya! ¡Horská de repente tiene noventa minutos encima, en serio todavía no eran las doce! Y parece que eso fue fatal. Es que en la web descubrí Algo con A en mayúscula, pero como no quiero traerme mala suerte al haber hablado de eso, seré tan "inamable" y se lo desvelaré dentro de unos días cuando sepa de verdad que ha salido bien. :-) Como refresco tomé la sopa de miso, arreglé un poco la habitación superdesordenada y me largué del piso. Con el portátil en mi bolso, me dirigí a mi bar favorito, al Santander, para tomar un flan que no me gustó porque sabía demasiado a huevo, pero el té con limón fue perfecto, ya que se trataba de toda la tetera y no solo de una taza. Pasé allí una hora y le estuve escribiendo el email n° 25. Luego empecé a andar lentamente al piso que habitamos otra vez la formación completa y que, además, aumentará desde el 23 de enero con el americano Jack. Ay, poco a poco debería ponerme a hacer las maletas...


Saluda


Kristýna desde Madrid


la fotodocumentación para el 26

el pabellón acristalado del café El Espejo donde hace un año tocaron Leiva e Iván Ferreiro dos canciones y están en Youtube (cuando llegue, se las pondré a usted :-)); un edificio alto en Colón; la bandera y la biblioteca nacional que es la favorita de Juan de Amaral también en Colón (que es la Plaza de Colón, la estatua de Cristóbal Colón puede verla sobre el Skoda Octavia blanco del taxi local, en el fondo está la biblioteca); el pastel y el batido en el Ajenjo; el interior del Ajenjo; el Subway adonde quería ir muchísimo a comer Markéta cuando estaba aquí en octubre y yo de él no tenía ni idea; el regalo para Benjamín; el anochecer en Moncloa cerca del faro; el concierto de Rubén.

K.


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