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El último megaemail n° 30 – llegó el momento que usted esperaba :-)

¡Mi querida maestra!


¡¡¡Llegamos a la recta final!!! En su último email, entre otras cosas, usted me escribió: "Ya me parece de ciencia ficción." Cómo de proféticas eran sus palabras puede comprobarlo enseguida:



el domingo 26 de enero:


Último domingo en Madrid, y con él la última Alcalá del finde con la parada en el bar de Javier está aquí. El tiempo me favorece, la temperatura subió a unos increíbles 17 °C, hace sol y sopla levemente viento. Entre el barrio Goya y Manuel Becerra recuerdo -por fin- que quiero encontrar el hostal en el que originalmente había estado alojada unos días en septiembre antes de haber encontrado una vivienda permanente. Tenía la sensación de que se encontraba en alguna calle que sale de Alcalá, pero luego descubrí que estaba justo en ella. Pues, esa calle está escrita en mi destino. De camino me paro para sentarme en varios bancos, y empollo Psicopatología de mi cuaderno porque de verdad no pienso ponerme nerviosa con esos apuntes de cien páginas de Marta. El movimiento, el aire fresco y la distribución de la materia hacen maravillas. Es una lástima que me haya dado cuenta unos días antes de mi salida y unas horas antes del examen. ¡Qué resultados de estudio habría podido conseguir! Con respecto al tiempo maravilloso, voy por última vez por El Capricho, durante mi "Alcaleo" de despedida, que tengo planeado para el jueves, estará cerrado. Entonces, al bar de Javier llegué a las siete de la tarde, pero mereció la pena: de camino alrededor del estadio me pilló el cielo más hermoso durante la puesta de sol que uno puede imaginar. Espere con ilusión las fotos. Javier se alegró de que yo cumpliera la promesa y llegara para despedirme. Pasé allí casi dos horas. Primero, al hojear El País del domingo me atiborraba con tostada con huevo, esa "delicia anaranjada" suya y tapas que quizá ni hace falta mencionar, no obstante, la cerveza la pedí esta vez sin alcohol. Menos mal, porque durante esas dos horas Javier logró que me bebiera su vino exquisito, que al final ya me lo rebajaba con casera. Y además, me sirvió dos crepes con nata. Todo a su cuenta, naturalmente. Cuando estaba para salir, llegaron dos conocidos suyos a tomar café y de algún modo nos pusimos a charlar. El tema de la charla pronto se desvió a la música española y yo, con mis conocimientos no adecuados para extranjeros, como siempre, dejé pasmados a todos a mi alrededor. Y encima, Javier dejó caer dónde vivo y qué "tipo de (no)transporte" utilizo para mis traslados del punto A al punto B. Otra vez se cayeron de culo. Volvamos a la música. En cuanto mencioné mi debilidad por la música de Leiva, el conocido de Javier empezó a informarme de que ese Leiva es de al lado, porque vive en el barrio de Alameda de Osuna que, de hecho, está justo detrás del estadio. No quería estropearle su alegría, así que puse la cara que utilizo cuando José ve mis mijos y se pone a hablar sobre el tema de la alimentación sana, y asentía con la cabeza por lo interesante qué es llegar a saber dónde ese Leiva mío en realidad vive. :-) La despedida fue prolongada y amistosa, y -gracias a Dios- ni un poco llorosa. Por qué debería serlo si a Javier le prometí que regresaría en primavera. Me aseguraba que si luego necesitara algo, dejar aquí las maletas o algo así, que ningún problema. Además, en la puerta, me puso en la mano el agua diciendo que era para esas marchas largas mías. Esa botella la conozco de Youtube, Leiva la tenía puesta en la mesita, cuando aquel entonces por primera vez presentaba "Que no mueran los cantates" y yo en mi bloc de apuntes escribí la frase: "No estoy mirando al ESCOTE de nadie, estoy mirando la letra de mi canción." Ay, esas asociaciones mías... ay, y casi lo olvidaba, Javier quiere que le mande una postal desde Praga, así que me llevé además su dirección, lo que me venía bien porque siempre había olvidado preguntar por o fijarme en cómo, de hecho, se llama su local. A las nueve ya estaba fuera, pero como la última vez, también ahora en Canillejas me dirigí a la dirección opuesta. Tuve que ir a Alameda, concretamente a la Plaza del Mar. Sí, a esa plaza mítica que no es mítica en absoluto, sin embargo, el hecho de que desde ella sale Leiva junto con su Leiband a la gira nadie se lo quita, así que para mí es mítica y punto. Desde allí tuve la conexión hacia la Avenida de América, con ese bus todavía no he ido y tenga claro usted que en un futuro cercano ni iré. O sea, hoy es la última oportunidad. Cuando a las diez menos cuarto de la noche estaba apoyada en la parada (no)mítica Plaza del Mar, por la cabeza me pasaron todas esas experiencias increíbles que mi diario megaemailiano convierten en buena ciencia ficción: cómo andaba perdida por aquí en abril y por una casualidad llegué a la calle donde Leiva tenía aparcada esa furgoneta suya; cómo en esta ciudad de tres millones de habitantes lo encontré tres veces; cómo hace un mes de verdad hablé con él cara a cara; hace unos días disfruté verlo cantar a un metro de distancia y si todo sale bien, pasado mañana en la firma de discos, volveré a verlo. Esperando un rato llegó mi "115". Marcelka y yo nos fijamos en que en los autobuses locales no había reloj, sino que anuncian allí las temperaturas. Cuando bajé en la terminal Avenida de América, sin planearlo, desde allí llegué a Alcalá por Conde de Peñalver, la última calle que me había quedado por examinar. Genial. Las escaleras a la planta 4° las subí después de las diez y media de la noche. Eso sí es despedirse de la Alcalá de los findes debidamente. :-)


el lunes 27 de enero:


El programa para el lunes fue este: comer en María, empollar para el test de El Hablador y por la noche escuchar la radio porque la promo para el disco estaba en su apogeo. Después de despertarme poco antes del mediodía, leo el email – me respondieron de una radio comercial que los sitios para la grabación de hoy con Leiva, por desgracia, ya estaban ocupados. Al fin y al cabo, lo suponía ya el viernes y ese email lo escribí solo para que no tuviera que reñirme posteriormente por no haberlo intentado. De todos modos me sorprendió amablemente que no solo habían respondido sino que también me habían ofrecido la participación en las emisiones siguientes todavía libres con otros invitados. Cuando salí de la cama, me acicalé y fui a comer al restaurante María en Hortaleza. Esta cadena tiene en Madrid más filiales, pero según El País, Andrés Calamaro llevó a Leiva justo aquí, o sea, Horská con su gira por los restaurantes argentinos no termina ni de lejos. Al bolso eché mis apuntes de Psicopatología pensando que los aprovecharé para estudiar esperando la comida, pero allí me sirvieron super rápido. Un camarero muy amable me ayudó con la elección, es que no sabía qué tipo de carne tomaría (¿puede imaginárselo usted? – "casivegana" en combinación con mi vocabulario). De entrada tomé chorizo, esa salchicha pequeña que se come con el cubierto y puede comerlo con rodajas de barra de pan. De plato principal me sirvieron dos bistecs. Eran bistecs que yo conocía solo de Photoshop. ¡Y qué jugosos! La carne no la echo de menos en la dieta realmente, pero cuando la tomo de vez en cuando, sé disfrutarlo. De postre elegí helado, sin embargo el sabor iba más allá de mis fuerzas – no, no, no, simplemente tráigame alguno. Me sirvieron el de caramelo, ¡aaaaaay! Cuando estaba acabando la comida, al camarero le interesó si la carne me había gustado, así que enseguida la alabé – es decir, ¡tanto la comida como su recomendación! Y añadí que me daba pena volver el viernes a mi país, pero cuando estuviera en Madrid la próxima vez, seguramente me pararía aquí otra vez; a lo que pasó una conversación típica del tema de dónde era yo y qué hacía en Madrid. Al salir, él me escribió en el recibo su teléfono y su nombre (Bogdan, +34... :-)). Cuando leí los superlativos de Leiva sobre el personal de aquí, pensaba que o exagera o son amables solo con la gente famosa. ¡Error! Me trataron como si fuera una princesa (lo que con respecto al escándalo de corrupción de la infanta Cristina probablemente no es una comparación ideal :-) así que para especificar: eran súper complacientes y amabilísimos). A casa caminaba alegre y balanceando, o sea, suele resultar así cuando la señorita Horská desayuna vino argentino. Si el viernes no regresara a casa, pronto acabaría a este ritmo en la celda de desembriagamiento. Desde las 17 ya estaba escuchando el programa "YU:" en la radio 40 Principales, una estación española popular dirigida sobre todo a los jóvenes, algo como nuestra Evropa 2 (*la radio checa "Europa 2") a la que correspondían también las expresiones utilizadas. Le digo sin rodeos, sin ese diccionario de argot español, que pillé por pura casualidad en la firma de libros de Benjamín Prado en el Visor, de esta entrevista no entendería ni patata... pensado ahora sobre todo, puedo tener como mayor éxito el hecho de que -con respecto a mi vocabulario activo- en Madrid desde septiembre ni me he muerto de hambre, ni me he quedado embarazada. Parece que el programa era pregrabado porque a las 18 Leiva ya se presentó desde otra radio. Ay, es tan rápido que ni me queda tiempo para guardarlo y seleccionarlo para luego estudiarlo (por razones lingüísticas, claro). Que ahora debería empollar Psicopatología, me importa un bledo, no tengo la culpa de que el período de exámenes coincida con la promo del disco de Leiva. Las preguntas se repetían más o menos: por qué el álbum se llama tal como se llama, en qué difiere del anterior, cuántas canciones tenía, etc. Cuando llegaron al tema de qué es lo que le inspira para crear las canciones, ya lo conozco tanto que sé que hablará de cómo sale de los momentos cotidianos y seguramente dirá: "Más me emociona una pestaña en el lavabo que la crisis económica mundial." Desde el éter sonó: "...un pelo en la ducha que de G-5...". Ya, Leiva nunca aburre. Por la noche retocamos con Anita los detalles acerca de mañana, la firma de disco está anunciada para las 19 y terminará junto con el horario de apertura de la FNAC, lo cual significa a las 21:30. No tengo ni idea de cuántos fans logrará "despachar", es decir, si nos saldrá bien en el caso de que hagamos cola desde las tres y media. Nos damos cita en la boca del metro Sol.


el martes 28 de enero:


¡El Día D está aquí! Hoy en los mostradores de las tiendas está Pólvora, la única razón real, por la que en febrero de 2013 decidí aceptar el programa Erasmus y cinco meses, a mi edad, estar fingiendo interés por el estudio. A decir verdad, si el disco no lo hubiera escuchado ya hace una semana, probablemente habría estado aún más ansiosa e impaciente. Leiva lo puso a disposición en la web explicando que era para que no nos diera gato por liebre. Dice que lo compremos porque nos gusta y no porque es "otro disco de Leiva". Ese chico evidentemente no sabe que eso no es excluyente en absoluto, todo lo contrario. :-) Estoy despierta desde las 7:30 cuando me tintineó el despertador, porque a las ocho está anunciada en la radio la ya ni sé cuánta entrevista con Leiva (pobrecito, ¿a qué hora tendría que levantarse él?). Aunque algunas entrevistas se me confunden, de la de hoy me quedará en la memoria el final cuando el presentador hablaba con él sobre el disco nunca editado de Johny de Burning (=un grupo mítico español, algo como, por ejemplo, nuestro Olympic. Entre sus hits está "Mueve tus caderas", que en septiembre se la dedicaron al rey enfermo Benjamín Prado, Rubén y Rebeca. ¿Qué bien se nos enlaza eh? :-)) Leiva le sacrificó dos años de vida y de entusiasmo para grabar con él el disco solista. A pesar de que lo terminaron, nunca ha sido editado. Aunque Leiva tendría derecho después del golpe bajo de Johny a cantarle las cuarenta, se comportó tal como a su edad poca gente. Las grabaciones se las entregó a Johny para que hiciera con ellas lo que considerase oportuno, abandonó el proyecto, en las entrevistas este tema lo pasa por alto y a Burning sigue escuchándolo. Si algún día le pasa algo similar, pase de leer los manuales psicológicos de todo tipo sobre la asertividad que aconsejan cómo comportarse en unas situaciones así y simplemente tome ejemplo de Leiva... Antes de salir me preparo el risotto tahini, Dios sabe cuándo volveré hoy a comer. A última hora logro descifrar la expresión "purgativo" que sale de la palabra "la purga". Lo que no tiene nada que ver con mi comida, sino con el examen, ya que "purgativo" distingue los tipos de trastornos de la ingesta de alimentos (¡es que yo estudiaba para que lo sepa!). Bueno, y luego ya solo ¡hurra! a comprar el disco y - perceptiblemente menos - ¡hurra! a ir al examen. En la FNAC no logro encontrar Pólvora en vinilo, así que -por ahora- la tomo solo en la versión de CD, de todos modos, aun así mi primer sueño lo puedo tener por cumplido. Ahora me queda ya solo ir al concierto anhelado. :-) Como afuera hace un frío que pela y además se puso a llover, en Callao entro al metro. A la facultad voy en la dirección opuesta, lo que probablemente exige un billete más caro, así que espero no tropezarme con los revisores. El examen tendrá lugar en una habitación que se encuentra fuera del edificio principal, menos mal que lo averigüé a tiempo. Al examinar, los españoles tienen predilección por maniobras terribles – tenemos que abandonar el aula para que al asistente pueda repartir las instrucciones del test sin ser interrumpida, a la derecha escribirá un grupo, a la izquierda mi grupo. Por cierto, los tests de aquí son una pasada, la pregunta no está formada por una oración simple con cuatro respuestas posibles de una palabra. La pregunta del test español signica algún caso descrito con la extensión de un párrafo. Y a usted le preguntan, por ejemplo, cuál de las respuestas no es verdadera. Algo sabía, algo adivinaba, sin embargo, en una pregunta me quedé atascada. Se refería a la pérdida de memoria y yo no entendía la palabra crucial en la pregunta. ¡Qué mala suerte! Es que si significa algo como "hasta ahora", la respuesta correcta sería C, pero solo la pérdida de memoria temporal, en el intervalo de unos días después del suceso, estaría presente en la respuesta B. Dado que esto fue una de las pocas cosas que había aprendido de verdad, simplemente decidí levantar la mano e intentar preguntar. Cuando le pedí al Hablador por la explicación de aquella expresión, miró con detenimiento a su alrededor, se inclinó hacia mí y susurró: "¡Marca B!" Probablemente como puse cara de espanto o de no entender, me lo repitió dos veces más ("¡Marca B, B es correcto!"). Hasta ahora tenía un poco de miedo de él, tenía la sensación de que entre mí y los otros estudiantes no pensaba en hacer ninguna diferencia, sobre todo cuando en octubre presumí delante de él diciéndole que entendía casi todo. Pero gracias a esto sentí alivio. Desde ahora ya estaba segura de que él no me hundiría en ningún caso. Su asistente me quitó el test en el mismo momento que a los demás, pero cuando después le pedí que me lo corrigiera como me había prometido, enseguida lo buscaron y El Hablador se puso a corregir. Dado que casi en todas las respuestas escribía algo, me apoyaba en el banco para no desmayarme. No hundir es una cosa, pero como en checo se dice, donde nada hay... me entiende ¿eh? Dos compañeras se extrañaban de por qué estaba esperando allí. Cuando les expliqué que era por la correción, porque era estudiante de Erasmus y el resultado lo necesito saber antes, una de ellas puso los ojos como platos y empezó a hablar conmigo inglés, lo que me sorprendió y le pedí que hablara español. Tartamudeaban preguntando de dónde yo era y cómo podía salir airosa del cuatrimestre y sobre todo del test, por dios, ¡si había tenido que ser para mí súper difícil! Antes de que consiguiera contestar, intervino en la conversación El Hablador diciendo que el test por ahora parecía muy bueno, que la mayoría las tenía bien: "Mira, aquí, en todas estas respuestas, te escribo B como bien." Cuando luego todo lo calculó, salió un buen "aprobado", pero dijo que yo era una estudiante del extranjero, que hacía falta tomarlo en consideración y me puso "notable". ¡Que vivaaaaa El Hablador! Pero ¡qué asignatura y tipo tan guays! Después de salir de la clase enseguida desenvolví Pólvora de Leiva y me deleitaba con el booklet, siempre me encanta leer quién y cómo participió en qué canción. Desde la facultad me dirigí hacia Nuevos Ministerios, donde está situada otra filial de la FNAC, con la esperanza de que allí podría pillar el formato vinilo. Por desgracia, no lo encontré y luego el dependiente me explicó que saldría a la venta el lunes. Pues nada. En la firma de discos tendré que conformarme con el disco. Como no lograría llegar andando a Sol a tiempo, y además empezó a soplar un viento muy frío, otra vez fui al metro, donde otra vez me compré otro billete. Pero lo más importante es que Horská se jactaba aquí de que el metrobús ventajoso seguramente ya no lo iba a aprovechar. Cuando estaba esperando la conexión hacia Sol, proyectaron en la pantalla de gran formato en el subterráneo el reportaje sobre el nuevo disco de Leiva, el ex-miembro de Pereza. Ay, el día de hoy es de verdad festivo. :-) A la plaza en el centro llegué a tiempo. Anita apareció inmediatamente después. Nos reconocimos (y de mi parte también nos saludamos) totalmente sin problemas. ¿A que lo decía, que en enero ya sabría "besuquear" a la izquierda, a la derecha con la gorra? :-) Nos dirigimos a la FNAC, donde Ana se compró el disco para sí y después ¡rápido! a la cola. Estaba formada por solo un corro pequeño y sobre todo, todos estaban abajo, en la planta baja, es decir, en el calor. Apenas subrayé qué guay era que no nos helaremos de frío afuera, apareció un vigilante, nos preguntó si estábamos esperando para la firma de discos, y a continuación con un gesto de la mano señalando hacia la puerta, nos anunció dónde iba a empezar la cola. Puede echar la culpa a la seguridad como quiera, pero sobre las esperas en la FNAC ya sé algo. Lo reconozco, antes del concierto de Vikxie toda la planta baja estaba llena y todos estorbaban a todos. No obstante, cuando estuvo aquí en septiembre Andrés Calamaro, los interesados en la firma hacieron una cola larga a través de tres plantas en la escalera lateral, mientras que los clientes de la FNAC utilizaban las escaleras mecánicas céntricas. Hoy seguramente habrá una buena muchedumbre también, además las temperaturas no alcanzan las de septiembre ni de lejos, así que había esperado más o menos el mismo guion, y quedarse en ese frío afuera lo tenía por temporal. Si hubiera sabido que nos dejarían allí todo el tiempo, probablemente habría pasado de eso. Seguro. Sí, suena terible, pero yo de verdad después de diez minutos me habría largado. Si hubiera estado allí sola, entonces no lo dudo. Aun así, con Anita a mi lado, a ratos pensaba si la firma de Leiva valía la gripe que después de esto no puede sino asaltarme. La posibilidad de ir a casa para cambiarme de ropa o ponerme algo más de ropa más la rechacé porque me parecía "antideportivo" hacia los demás, que seguían haciendo cola y se morían de frío, aunque con chaquetas de plumas y con buenas botas, a diferencia de mi abrigo de primavera y zapatos de tacón. En la cola se puso a charlar con nosotras un chico, el disco firmado quería regalárselo a su novia. Esperando hablamos de todo lo posible. Cuando por primera vez me atreví a preguntar qué hora era y me respondió que las 16:11, dije: "Pues, genial, ya son casi las cinco." A lo que a mí, a una extranjera, me empezó a corregir que claro que once minutos después de las cuatro no eran las cinco, pero yo -hecha un hielo- le grité que sí lo eran. A las 17:21 ya por sí solo me informó que eran casi las seis. Y después de las 18 ya ni lo redondeamos. Es que tras dos "paseos de calentamiento", cuando con ese chico guardábamos mutuamente el sitio e íbamos alternamente a calentarnos dentro un rato, pasaba rápido, además uno no dejaba de esperar que de un momento a otro las puertas se abrieran. Luego a una señorita delante de nosotros le llegó una familia numerosa con un niño mono, no podía tener más de cinco años. Decían que eran de Toledo, el pequeño conoce todas las canciones de Leiva, entonces el día de hoy no se lo podían perder. Eso también nos ayudó a reducir la espera y ¡qué sorpresa! A eso de las siete menos cuarto se abrieron las puertas para el primer grupo. Dejaron entrar a unos veinte y nosotras estábamos justo en el segundo turno. Leiva firmaba allí donde tuvo el concierto Vikxie. Estaba sentado detrás de la mesa separado por una cinta. Enfrente de él estaba todo el tiempo un tipo al que se podía dar la cámara, o sea, luego uno tenía el encuentro bien documentado. Anita sacó del bolso un aparato que te cagas, muchos profesionales le tendrían envidia. Nos pusimos de acuerdo sobre cuál de nosotras iría primero. Vale, no nos pusimos de acuerdo, le comuniqué autoritariamente que yo sería la segunda y punto. A lo mejor quería replicar algo, pero por la sala sonó un chillido y cuando miramos hacia atrás vimos a Leiva firmando a algunas chavalas, mucho menores que nosotras dos, en las zapatillas. Simplemente estiraron la pierna delante de él y ¡escribe! Por la cabeza se me pasó un comentario de Leiva diciendo que a la gente que pide autógrafos en lugares poco corrientes, su música es lo último que le interesa. Tengo claro que estas promociones más o menos las pasa sufriendo. Aunque esas gafas de sol pertenecen inseparablemente a su imagen, hoy las tengo por una cierta forma de autodefensa, de un intento de guardar por lo menos los últimos restos de su privacidad. No se extrañe cuando delante de usted, como en una cinta transportadora, meten los discos y al sacar fotos todos le abrazan, le tocan, y en el caso de las chicas, incluso le besuqean, o sea, parece que la afectuosidad española no tiene límites. Está claro que preferiría agarrar la guitarra, enseguida tocar unas canciones y "queridos fans, ¡nos vemos en los conciertos!" Me sorprende que siquiera haya aceptado la firma. Mis consideraciones compasivas las interrumpieron los tonos de "Learning to fly" de Tom Petty. No solo que es mi canción favorita que -por cierto- conocía antes que a Leiva (a quien también le chifla), sino que sobre todo sonaba en el Shoko en la afterparty, pocos instantes antes de que le revelara mi autoría de la carta. Una casualidad increíble. Recordándolo, un poco me da pena una cosa, concretamente, que aquella vez no le estreché la mano. ¡¿Se puede imaginar usted cómo sería apretar por un momento con lo que escribe las letras, compone la música, toca la guitarra, coge la púa...?! La primera ocasión la perdí y la segunda, la que tengo delante de mí, no quiero aprovecharla. Puede hacer una objeción: estabas aquí haciendo cola tres horas y media, a 2° C, con un abrigo ligero, vives a dos mil kilómetros y para este momento llevabas esperando cinco meses, entre esa cantidad de toques, abrazos y besos por parte de los demás, un apretón de manos se desvanecerá. Pero no. ¡NO! Yo le tengo tanto cariño y lo aprecio tanto que me bastará solo con la firma, aunque a la vez creo que a él tampoco le molestaría, una mano en este "maratón" ya no lo distraerá... Delante de nosotras ya le tocó a ese chavalito y cuando Leiva lo vio, por fin sonrió un rato. Luego llegó a Anita y al final, tachááááán, sí, ¡¡¡el momento ha llegado!!! ¡Vamos! :-) Le saludo con típico "Hola" y pongo delante de él el disco, a lo que responde: "¿A qué nombre?". "Soy Kristýna, pero se escribe con K, y griega detrás de la T y con acento." Bueno, y ya está. Fue pan comido. Como máximo va a querer que le repita cómo se escribe y chao. Pero él de buenas a primeras se volvió hacia mí y se me pasó por la cabeza "¿Que yo como una idiota otra vez dije con T después en vez de detrás?" Cualesquiera consideraciones acerca de la gramática se fueron a la porra cuando miré periféricamente y a continuación sentí cómo me puso la mano en el hombro y a la vez oí su "¿Nos conocemos?", que simplemente no se puede traducir de ninguna otra manera que "¿Nos conocemos?". No digo que nunca vi ninguna telenovela, pero esto ya es hardcore incluso para mí. Querida astrología, yo sé que varias veces le pedí peras al olmo, sin embargo, algo así no lo acordamos en ningún caso. Claro que yo lo conozco, pero por Dios ¿de dónde se acordaría de mí él? Si en la carta puse solo "K." y en el Shoko olvidé presentarme, además, eso pasó hace un mes. ¡Qué va! Debe confundirme con otra. Por un milagro logré decir: "Bueno...eh...pues...soy de la República Checa..." a lo que en su cara apareció una sonrisa ancha, exclamó: "Pues, ¡eres tú! De la carta. Hola, ¿qué tal?" y me acarició amistosamente el brazo. Si antes estaba en estado de shock, entonces, no sé cómo llamarlo ahora. Esto es el fin. Viví en mis propias carnes aquel término del test de El Hablador: a partir de ese momento de la firma me acuerdo solo de unos fragmentos, el resto lo conozco de la narración de Anita y de las fotos. Sin embargo, esa mano suya, después de todo, vino bien - me dije que si él puede tocarme como si nada, pues entonces también yo paso de mi actitud a la "una distancia respetuosa, Maestro" y le pregunté si podía estrecharle la mano. Sin vacilar dejó el rotulador y me estrechó la mano derecha tendida. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Gooooooooooool!!!!!!!!!!!! Cuando me escribía la dedicatoria, preguntó si yo sabía qué significaba "ALTA FIDELIDAD". Le aseguré que sí (si tengo el mejor profesor de español ¿eh? :-)). Me despedí de él diciéndole que nos íbamos a ver en el concierto... o por lo menos tengo esa sensación. :-) A Anita luego le metí el disco y el bolso para poder ponerme el abrigo. Lo aprovechó para leerme la dedicatoria: "¡Muchas gracias por los kilómetros y la alta fidelidad! ¡Gracias! Leiva". Wau. A poca gente le escribió algo largo. La mayoría tiene Nombre/Muchas gracias/Firma. A Anita le hice una foto además en la entrada y luego felicísimas nos dirigimos hacia el metro. Allí nos despedimos diciendo que nuestro próximo encuentro ¡ya iba a ser en el concierto de Leiva! Tengo que decir que Anita es una chica súper amable y toda la tarde la pasé muy bien con ella. Siempre deseaba tener alguna madrileña nativa por amiga y gracias a la música de Leiva la tengo de verdad. En el piso me dirigí enseguida a la ducha y me quedé diez minutos sin moverme debajo de ese torrente de agua muy caliente, en la cocina bebí de un trago el resto de equinácea que me había guardado desde septiembre por si las moscas y lo coroné con una buena cuchara de miel. Para mi estado de salud en aquel momento hice el máximo, ojalá no me ponga enferma antes del sábado. Luego en la web leo el chat de la tarde con Leiva. Durante el día lo olvidé completamente. En una de las respuestas reveló la fecha del concierto de Madrid. Mi sueño deseado número dos se cumplirá el jueves 3 de abril (pero ¡qué ojo tengo!). Ni logré disfrutar la alegría de esta información cuando descubrí otra cosa fantástica – ¡¡¡entre treinta preguntas escogidas estaba también la mía!!! Exigía que editara la canción de la película "Temporal" y Leiva me respondió que lo haría con mucho gusto y además me dio las gracias por la idea. ¿¿¿En seeeeerio??? ¡Qué guaaaay! Por la noche Anita apareció en el Facebook, así que pese al cansancio, la cama la pospuse. Una a la otra nos dábamos las gracias y regresivamente nos reíamos de esa espera interminable. Anita lo resumió con una frase de verdad apropiada: "¡Si casi eran las siete ya desde el momento en que llegamos allí!" :-) Estuvimos de acuerdo en que había merecido la pena absolutamente. Cuando An añadió que sentía una alegría enorme por cómo Leiva me había reconocido, le juraba que yo no recordaba mucho de eso. Según dice le comuniqué a ella: "¿Nos conocemos? Eres esa chica de la carta..." Y por si fuera poco me envió las fotos y yo no podía creer a mis propios ojos. ¡Y espere a verlas usted! Mi querida maestra, esto ya no tiene nada que ver con la ciencia ficción, después del día de hoy estoy tan loca como para llamar a la puerta de la consulta de El Hablador. ¿Y usted?


el miércoles 29 de enero:


Aunque ya no tengo la clase de El Hablador podía también en mi último miércoles en Madrid darme el gusto de mi paseo tradicional. Es que a las doce y media quedé en Sol con Marcelka porque esa "reina de las reclamaciones" mía fue a cambiarme el abrigo – después de dos meses parecía bastante desgastado y discutir con los vendedores es lo suyo. Con el abrigo nuevo en la bolsa me dirigí hacia el restaurante El Espejo, a un precioso pabellón acristalado, donde hace un año Leiva e Iván Ferreiro tocaron desde el sofá rojo dos canciones, así que ahora ni este local podía omitirlo. Bueno, y el camarero me acomodó justo al lado. Normalmente los clientes se deleitan mirando todo el interior, a la señorita Horská le bastó con mirar ese sofá. Comer aquí fue una experiencia maravillosa. En El Espejo hay un personal increíblemente amable, un interior precioso y una comida exquisita – la paella de primer plato, el salmón con patatas asadas de segundo, el postre dejé que me lo recomendaran: creo que la tarta de manzana no me la hubiera pedido y ¡estaba riquísima! De camino a casa empezó a hacer un tiempo maravilloso, así que en el piso solo tiré el abrigo y volví a correr fuera. Además logré pillar a mi hermana en el Skype – necesitaba que encontrara la dirección del estudio de grabación en el disco que tenía en la estantería de mi habitación en casa. Tuve suerte, Markéta derrochaba buena voluntad. Pues, por Atocha podía dirigirme a la calle Bailén para por fin encontrar el lugar donde Leiva y Rubén habían grabado el último disco de Pereza. Es divertido que ya había ido alrededor varias veces sin saberlo. Desde allí me encaminé a por el libro que Leiva había recomendado ayer en el chat. Tenía tantas ganas que no me había acordado en absoluto de esa (probablemente millonésima) prohibición mía de no comprar cosas así. Cuando en la calle Mayor encontré una librería, decidí apoyar a los pequeños empresarios y comprármelo allí, pero por desgracia estaba agotada, así que para tenerlo tuve que romper otra prohibición, es decir, entrar en la FNAC. Después me dirigí hacia el Templo de Susu, a esa tienda pequeña de segunda mano que le gusta a Leiva, y en la cual se puede encontrar un montón de ropa de Gran Bretaña y desde junio hasta noviembre una carta de la República Checa, verdad. Quería comprarme allí un anillo de recuerdo. Algo que es bastante difícil si en la puerta está colgado el letrero "Cerrado". Bueno, estámos a miércoles por la tarde, la salida es el viernes por la mañana, chica, no te desanimes, te queda el jueves. Continuamos, "no paramos, llevamos retraso" (*la frase famosa de una superpopular comedia checa del año 1983 dirigida por Zdeněk Troška llamada "Slunce, seno, jahody"/"El sol, el heno, las fresas" utilizada por la revisora cuando el tren pasaba por la estación sin parar justificándolo con el retraso. Si alguien le caía bien a la revisora, dejaba al tren bajar la velocidad un poco para que los pasajeros pudieran saltar mejor). Usted ya sabe que soy capaz de ir "al cine sin cine", "para el anillo sin anillo", pues ahora me toca "la cita con Quique sin Quique". Llegó la hora de tomar un daiquiri recomendado por él en su querido Cock bar sobre el que dijo que era un lugar ideal para la primera cita con una chica. Lo pido superfeliz de no tener que elegir nada, luego me pongo cómoda en el sofá de cuero y como una fan infiel de Quique, pero fan de alta fidelidad de Leiva, saco del bolso el libro recién comprado "Pregúntale al polvo" y me pongo a leer. El daiquiri me lo bebo en un abrir y cerrar de ojos, ni me acuerdo de que quería brindar con él por el fin del semestre. Al pagar, el barman me preguntó si me había gustado. Ejem, por la cabeza me pasó algo como: "Es difícil opinar, nunca lo había bebido, de hecho, antes de llegar a este país nunca había bebido nada, así que no tengo ni idea de cómo debería saber cualquier alcohol, pero Quique González, debido al que estoy aquí, dijo que los hacían fantásticos, así que le creeré, o sea, era perfecto." Después de una reflexión breve y una confrontación con las expresiones que tendría que utilizar, al final salió de mí: "Perfecto. Gracias." A veces menos es más. El señor me respondió que le gustaba mucho oírlo y yo me reía al imaginar qué más habría podido oír si esos cinco meses que llevo aquí en lugar de quedarme a vivir en las salas de conciertos y bares me hubiera dedicado al estudio intenso del español. No demasiado achispada (por lo menos en algo progreso) me encaminé una vez más al Templo de Susu a ver si por casualidad no abrían a las seis. ¡Salió bien! ¡¡¡Abierto!!! La elección del anillo me la hizo más fácil la talla – de los que no se me caían del dedo porque se podían apretar me gustaba uno. ¡Y agárrese! El precio era de verdad ridículo – ¡no costaba ni dos euros! Contenta salí hacia Atocha, sin embargo, al piso fui por el Museo Reina Sofía. Desde las siete de la tarde no se paga entrada y yo me dije que ese Guernica de Picasso lo conquistaría – es que con Marcelka no logramos encontrarlo, bueno, es verdad que más que el cuadro buscábamos la salida porque, como sabe usted, esas casas de arte llenas de cosas, cuyo sentido para nosotras -a diferencia de otros visitante- es un misterio, no nos gustan. Hoy lo he encontrado, aunque el camino hacia él me parecía largo como la mitad de Alcalá. El resto de la noche lo pasé haciendo maletas, que es una denominación eufemística para echar con furia toda la ropa en el saco plástico, aspirar el aire de él, apretar desesperadamente la formación resultante en la maleta, que logré cerrar en el momento en que me senté en ella, y apretar todas las cosas que me quedaban a alguna parte que daba la sensación de un lugar un poco libre en una mochilla grande multifuncional (y ahora pequeñísima). Al final me dirigí al cielo: rezaba por que la cremallera lo aguantara, por caber en el límite de peso, por no olvidar aquí nada importante, por no quedarme dormida el viernes por la mañana y por deshacer la maleta el viernes por la noche. En Třebová.


el jueves 30 de enero:


Joaquín Sabina canta "¿Quién me ha robado el mes de abril?" Yo tengo ganas de canturrear (o mejor dicho lamentarme tristemente) "¿Quién me ha robado el mes de enero?" Mis últimas 24 horas en Madrid las consagro a mi más querida: salgo hacia Alcalá, sin embargo, con el rodeo por Café Gijón. Es verdad que no soy capaz de acordarme en absoluto de qué relación con Leiva conozco esta cafetería famosa, siquiera si tiene algo que ver con él, pero siempre es mejor ir allí por equivocación que pasar de ello y en el marco de leyes de Murphy recordarlo justo en el momento cuando el avión despega de tierra y se dirige hacia Praga (* unos meses más tarde me di cuenta de que entre "Café Gijón" y "Gijón" no había solo una diferencia léxica sino también geográfica, así que, capté el sentido de "Con Pereza vamos a tocar en Gijón."; esto es "ley de Kristýna", jajaja. Por cierto, ¡quiero de vuelta esos cinco pavos que me costó aquel café!). El Café (!) Gijón es acogedor y está lleno de clientes que parlan en ese maravilloso español. Dios, ¡cómo echaré de menos esto! Esperando el café me escribo la postal que me enviaré del buzón de Alameda. Disfruto del camino soleado como siempre y no puedo creer en absoluto que hoy voy por aquí por última vez. Entre Canillejas y Alameda subo al puente y miro hacia Barajas a los aviones que van aterrizando. Sí, chica, mañana a estas horas... no tiene sentido prolongarlo, llego hasta al final de Alcalá, en Alameda me despido de la postal durante unos cuantos días y vuelvo a encaminarme al centro. Todo con "Pólvora" en la orejas. De camino encuentro muchas familias de paseo que difieren de los checos en el hecho que al frente van los señores arrastrando cochecitos y detrás de ellos, con una distancia de casi dos metros, andan sus esposas charlando con sus amigas. Si los hijos son más adultos, entonces arrastran las sillas de ruedas con sus padres, eventualmente con sus abuelos – depende del nivel de edad. De todos modos en España la famila es la base del Estado. Aunque hace sol y yo caminaría hasta la muerte, tengo que ir al piso para acabar el resto de las maletas. Lucho con eso tres horas seguro. Lo que no cabía se lo dejo a los demás o me lo llevaré en dos meses. En octubre, tuve la edición de Pólvora en enero y el concierto en primavera por una tragedia, ahora estoy loca de alegría. No es solo que mi estancia gracias al martes culminó estupendamente, sino que además tengo la certeza de regresar aquí pronto. Luego ceno abundantemente para que ese gin tonic que me espera en una hora no arme más daño que provecho. Como la comida me sobra, pues una mitad se la dejo a Marcelka. Pasará la noche aquí porque esa buena chica me ofreció ayudarme mañana con el equipaje al aeropuerto. ¡Y además me recogerá la entrada para el concierto de Leiva! A las nueve y media salgo hacia Cava Baja 5 a tomar aquel gin tonic. Con él también me estreno, pero espero que hoy nadie quiera que le presente un informe evaluativo. En la puerta me tropiezo con el dueño, que con su aspecto me recordó a Quim Gutiérrez, un famoso actor catalán, al que yo descubrí con la película "La cara oculta". Una de sus películas más conocidas, "Primos", la omití porque cuando la echaron en Praga durante el festival La Película, yo estaba en la sala de al lado viendo "Todo lo que tú quieras", de la que salí pasmada por una preciosa banda sonora hecha por un tal Leiva. Si aquella vez hubiera llamado mi atención más la sinopsis de Primos, seguro que ahora en Madrid "de Leiva" no habría vivido experiencias, no habría estado en el bar favorito de Leiva y el gin tonic favorito de Leiva no me lo habría trincado. No obstante, con respecto al sexy aspecto de Quim Gutiérrez no puedo descartar ahora que no habría estado en Barcelona, en su bar favorito y... :-) Una copa grande, la mitad llena de hielo, me la acabo en nada y pese a la cena incompresiblemente achispada e inadecuadamente alegre corro, bueno, intento correr, de vuelta al piso donde ya está esperando Marcelka. Empezó a hacer bastante frío, pero a mí me calienta el alcohol y me alegra la sensación de que incluso la última recomendación de Leiva sobre a dónde ir en Madrid logré conquistarla. Es verdad que en el último momento, pero por eso la historia no lo pregunta (hm, y el cuestionario de la oficina europea tampoco :-)).


Y ADEMÁS el viernes 31 de enero:


El día de la salida ha llegado. Mis piernitas, garganta, hígado y cuenta bancaria se alegran, para ellos llegan de nuevo tiempos mejores. De la cama salté a las siete, Marcelka a las nueve, antes de las diez salimos al bus y a las once estábamos en el aeropuerto. Menos mal que fue conmigo porque sin ella los equipajes no hubiera logrado arrastrarlos en ningún caso. El vuelo no se retrasó, así que a la 13:30 el airbus de las Aerolíneas Checas despegó de tierra. ¡Hasta abril, Madrid! En Praga Ruzyně aterricé a las 16:15 programadas y después de las 18 salí de la estación central de Praga a Třebová. Durante esos 150 días en Madrid de hecho deseé solo una cosa: el 31 de enero bajar bien del tren y decirme: "Pues, esto volvería a hacerlo." Salió bien. :-)


Saluda


Kristýna desde Česká Třebová teniendo el disco de Leiva con firma y la entrada para su concierto de abril en Madrid. ¡Lo logrééééééééééééééééééééééééééééééééééééé!


30., o sea, sin las foto el treinta no sería el treinta :-)

Pues y esa porción de las fotos prometida para que se haga una idea :-) preparé allí algunas mías, de Anita y también algunas de la web para que estuviera claro de qué había hablado en el último megaemail.

En una estamos Anita y yo esperando fuera, la comenté diciendo "justo esta pinta tiene Kristýna poco antes de helarse"; las fotos de la firma de la cámara de Anita – ella con Leiva y luego yo :-) esa cara perpleja suya con la mano en mi hombro es lo último de lo que soy capaz de acordarme... yo con Marcelka y con la entrada y con el disco antes de la salida; Leiva en la radio donde ya tenían ocupados los sitios (no pasa nada :-)); el hostal "de septiembre" en Alcalá; la vista de la maqueta de la plaza de toros desde arriba – la famosa Las Ventas donde hace unos años tocó Pereza (Leiva+Rubén); las fotos de El Capricho y de camino al bar de Javier durante el anochecer; el salmón; el sofá rojo y la mesa en El Espejo; el ascensor acristalado en el Museo Reina Sofía; mi bandera favorita en la Plaza de Colón; dos vistas desde el puente en la Alameda; el disco firmado por Leiva; Leiva con Iván hace un año en El Espejo; ¡¡¡¡ incluso logré descubrir la foto de El Hablador!!!! – ese señor del traje y con una corbata estampada, aunque creo que es de hace unos cinco años y con cinco kilos menos :-); también encontré la foto de la profesora de Psicología del Aprendizaje – la amable Irene; además en la web encontré incluso la foto de mi fantástica profesora de Didáctica - Isabel Santos Gargallo; la foto de Leiva con el fondo verde es importante debido a esa botella pequeña azul a la derecha :-) además mi botella pequeña azul ya sin el agua de Javier; Leiva en su piso con Johny de Burning antes de terminar el disco nunca editado; mi pregunta del chat para Leiva acerca de la publicación de la canción de Temporal; el póster de la película a la que fui dos veces y la vi una vez (porque por primera vez las entradas estaban agotadas, ya lo sabemos) - por casualidad allí actuó también el catalán Quim Gutiérrez – el segundo de la derecha abajo; el billete de vuelta colocado en mi cuaderno; mi postal de Madrid (no tenían ninguna más acertada) ya está colgada en mi tablón en compañía de la entrada para el concierto de abril de Leiva; el anillo del Templo de Susu; el libro favorito de Leiva "Pregúntale al polvo" junto con el disco de Quique "Daiquiri blues" que tiene sus raíces en el bar Cock – véase la servilleta "mangada" de recuerdo.

¡Para la ilustración esto es todo! :-)
K.


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