Si recuerda bien, el megaemail de aniversario n° 10 lo recibió con retraso. Como puede ver -sin escrúpulos- soy fiel a la tradición también en el caso del megaemail de aniversario n° 20. Sin pérdidas de tiempo, volamos hacia otros días:
el miércoles 11 de diciembre:
De camino a Psicopatología me alegraron dos señores. Primero mi sin techillo – el pasado miércoles o estaba enfermo, estaba en huelga o estaba de vacaciones, o sea, el sueldo anaranjado lo ha recibido hoy, es decir, el segundo miércoles del mes. Bueno, y él otra vez estaba tan agradecido, me acarició el brazo y me daba las gracias por ese poco que le había echado al vaso de plástico. Qué grato. Luego me alegró mi tutor. Llamémoslo permanentemente "Morgan", porque ni su función ni su nombre me gustan. Como ya sabe usted, Morgan está encargado de ayudarme con mis problemas, con esos que, seguramente, no se producirán. Han aparecido cuando el Hablador llegó con la fecha del examen el 3 de febrero y Leiva con la del disco el 28 de enero, mientras que mi salida sigue estando planeada para el 31 de enero. El Freeman madrileño me respondió a mi email pronto (no como ahora yo a usted) y positivamente. Debo pedir al profesor el examen con anterioridad y si no está dispuesto a ayudarme, entonces intentará convencerlo él mismo. Otra cosa que me preocupaba un poco era el hecho de que no podía irme sin los documentos que confirman las asignaturas a las que había asistido y sus resultados. Sin embargo, esas no estarán a disposición antes de finales de febrero. Morgan hizo honor a su apodo, por su idea yo le concedería el Óscar. Dice que me puede confirmar por escrito cómo es la situación y así en mi uni carolina podría entregar algún "certificado" que justificaría mi vuelta sin documentos. Lo que a mí personalmente me viene como una buena solución, vamos a ver qué dirá Vítek, mi coordinador de Praga. El Hablador hoy terminó tan deprisa que ni fui capaz de concordar el sujeto con el predicado. O sea, si me podría examinar ya en enero, entonces tendré que preguntárselo el lunes. De camino a casa, me paro en mi tienda favorita a comprar una barra de pan (no es solo que con la llegada de diciembre no me queda tiempo para escribir los emails, sino que también con mis desayunos todo se está viniendo abajo). La vendedora me la pasó con una sonrisa diciendo "La mejor de Madrid ¿eh?" Hace unas dos semanas se la alabé así y ella ahora me ha reconocido. Otra experiencia grata del día de hoy. Con la barra voy a esconderme como siempre al parque, aunque estamos en una tarde soleada y en ninguna parte hay una pizca de oscuridad que pudiera proteger mi atiborro de la vista de los españoles paseantes. Al regresar a casa voy por una ruta nueva – a lo largo de los carriles y por la estación de ferrocarril Príncipe Pío. Cuando a mi lado pasa un tren me doy cuenta de que -de hecho- es la primera vez que en España veo un tren en marcha. Hasta ahora he tenido relacionadas con los ferrocarriles españoles solo dos escenas – vagones destripados después de los atentados en Atocha y un horror similar este verano durante el accidente en Santiago. En el piso ni me queda tiempo para orientarme y ya estoy corriendo para la cita con Marcelka. Nos encontramos a las siete delante del Museo Reina Sofía. Queremos aprovechar que los miércoles después de las siete de la tarde allí es la entrada gratuita. Bueno, no sé si somos unas ignorantes culturales tan grandes, pero en ese edificio enorme no aguantamos estar ni una hora y al mismo tiempo al mirar las exposiciones estábamos pensando por qué estaban allí e inventando ideas de cómo seríamos capaces de aprovechar todos esos espacios nosotras dos. El arte contemporáneo no nos dice nada. A mí lo que más me gustó fue un extintor en el pasillo de la segunda planta. Evidentemente no formaba parte de la exposición, lo que se reconoce de tal manera que estaba en aquel pasillo y no tenía su propia sala y su propio guardia, como las otras cosas. Al bajar las plantas la altura me daba bastante vértigo, así que llevé la discusión al tema de si nuestro Teléferico planeado, o sea, el funicular madrileño iba a ser esa gran actividad con la que queremos diversificar la Navidad. La tarde cultural decidimos remojarla en alcohol. Marcelka propuso que iba a llevarme a su bar de tapas favorito. Cuando llegamos al final de la calle Montera, cruzamos la Gran Vía y nos dirijimos hacia la derecha, me comunicó que el bar estaba "aquí en esta calle", la que yo enseguida llamé correctamente "Hortaleza". A Marcelka le extrañó qué conocedora de las calles yo era, a lo que yo le hice con una sonrisa en la cara una presentación sobre todos los lugares interesantes que puede encontrar aquí, mientras que un turista corriente de ellos no tiene ni idea. Probablemente presiente usted – la pizzería favorita de Quique y el videoclub favorito de Quique y el restaurante argentino de Leiva y el Hotel Kafka con los talleres para los artistas. A Marcelka la pizzería la cautivó tanto que rechazó el bar, o mejor dicho, lo aplazamos para el viernes y nos dirijimos al Vesuvio. Sobre la oferta amplia de la comida italiana enseguida voceé con seguridad que en consideración entraba la pizza o de queso o de salami. ¡Gracias, Quique! Sin ti estaría elegiendo allí hasta ahora. Ejem, es una exageración, por supuesto que sin ti de ella no tendría ni idea y nunca entraría allí, pero como ya sabemos, Horská no tiene ningún problema de jalarse en España cocina italiana si tiene alguna relación por lo menos con un cantante español (o sea, ¿se acuerda todavía de esa historia mía de cuando me encontré a Juan Aguirre de Amaral y de eso resultaron una sopa y espaguetis por doce pavos?). Antes de despedirnos quise ver ese bar suyo para saber a dónde ir el viernes. Qué sorpresa que se trataba de El Tigre. A nosotros los estudiantes de Erasmus nos lo recomendaban mazo Dino y Anita (esos dos que nos enseñaban español en septiembre), o sea, ¿que significa qué? Que fue uno de los lugares que rechazaba pisar y enseguida me lo quité de la cabeza. Qué va, del Erasmus mantengo con éxito las distancias aquí ya tres meses. Por otra parte, la aversión ya ha sido suficiente, así que con decir "¡Hasta el viernes delante de El Tigre!" nos despedimos para dos días.
el jueves 12 de diciembre:
¡La Didáctica no falló otra vez! Unas clases totalmente fenomenales, las del jueves nos pertenecen a nosotros los estudiantes, cada uno durante el semestre tiene que presentar alguna actividad de quince minutos. Una chica inventó unos grupos que representan vagones individuales – los compartimentos, vagón restaurante y además la estación de ferrocarril. Sorteamos las tarjetas con información de quiénes éramos, de dónde y adónde íbamos y qué hacíamos durante el recorrido. ¡Y para eso tuvimos asignados incluso los accesorios! Fue tan fantástico que también la profesora se emocionó. A mí casi no me queda tiempo para apuntar estos consejos de mis compañeros. Y así debería ser. En la clase de Psicología la profesora Irene hoy me ha preguntado cuándo me viene bien el examen. Parece que la fecha final será el 21 de enero, ya me entra el miedo. De la facultad me daba prisa a casa (por suerte no tanta prisa para tener que utilizar el transporte público), donde comí rápidamente algo pequeño y enseguida regresé corriendo con el mismo rumbo, atrás, a la Galileo, para el concierto de Rebeca Jiménez. En septiembre me sorprendió agradablemente cuando había aparecido como invitada en el concierto de Jorge Marazú (aunque allí a todos los eclipsó -por lo menos en mis ojos- la actuación de un tal Dani Flaco, sí, el Cantautor NoCerdo). Esta vez se trataba meramente del concierto de Rebeca, además con una serie de invitados famosos – Benjamín Prado (escritor, poeta), César Pop (el teclista de Leiva), Coque Malla, Miguel Ríos, etc. Cuando entré en la sala, avisté al camarero que aquí a todos lleva a las mesas. Bueno, y él, en cuanto me vio, exclamó: "¡Aaa, Kristyna!" Y enseguida fuimos a "mi" mesita. Ni me logró desaparecer la sonrisa de la cara cuando apareció el segundo camarero -ese señor simpático de septiembre que siempre me reservaba la mesa- y me dejó pasmada cuando me dio la bienvenida diciendo "Hola Kristyna, ¿qué tal, cómo estás y qué te pongo?" Le digo, a la Galileo fui un poco rota porque parece que se trata de mi último concierto en este local de culto que me encanta y donde he vivido tantos eventos bonitos. Me costó muchísimo no echarme a llorar por la emoción y eso fue solo el principio. El concierto fue fenomenal. Rebeca en vivo es fantástica, se acompaña ella misma tocando el piano y esas canciones suyas en la versión acústica no tienen ningún fallo. Además tocó también mi favorita "Un poco de suerte no vendría mal". Para no tener que abrir el paquete de los clínex, he decidido cambiar la retórica y rechazo llamar a los eventos de diciembre y de enero los últimos, sino que he empezado a renombrarlos como "la conclusión de la temporada". Eso suena más aguantable.
el viernes 13 de diciembre:
Mi segundo "viernes trece" (*explico: recuerdo que el día de la mala suerte en la República Checa no es el martes sino el viernes trece) en Madrid. Con respecto al tiempo, aplazo mi camino al centro comercial para la próxima semana. Para que lo entienda usted – como estaba allí la semana pasada con Marcelka y me quejaba de esos autobuses llenísimos, en esa apretura declaré con orgullo que en casa miraría a propósito si se puede ir allí a pie. Y qué sorpresa – ¡se puede! Bueno, como siempre, cuando escribo un requisito similar de dónde a dónde quiero ir otra vez, los mapas de Google empiezan a gritarme que en la ruta ni tienen que estar las aceras y que tenga cuidado. Sin embargo, el camino que dura solo una hora y pico y con otro parque en la mitad de la ruta para mí desconocido es un reto. Pero lloviznaba, así que cambio los planes. Intento sacar la pasta de la tarjeta de crédito de reserva y comprarme un abrigo que ya había elegido. Antes de salir, logro charlar con Inma en la cocina – esta vez llegamos hablando sobre la formación de los nombres, mejor dicho, los apellidos, y ella se ríe a carcajadas del típico checo "-OVÁ" (*explico: en checo se añade "-ová" al final de los apellidos femeninos incluso extranjeros, así que por ejemplo en la prensa checa Sara Carbonero sería Sara Carbonerová, Penélope Cruz se llamaría Penélope Cruzová o Belén Esteban se convertiría en Belén Estebanová). Ya perceptiblemente menos le divierte que un nuestro país después de la boda la mujer acepta el apellido de su marido (* así que, de hecho, Sara Carbonero sería Sara Casillasová, Penélope Bardemová... :-)). Dice que es un buen machismo, nada comparado con los tíos españoles. Afuera hace un maravilloso tiempo melancólico – es una combinación de frío y humedad, niebla y llovizna pero nada de frío penetrante, sin la necesidad de utilizar el paraguas (al que de todos modos olvidé en el piso, ya que vivo en el Madrid soleado ¿eh?). El cajero me sorprendió y me entregó los euros sin protestar. Del banco me dirigí hacia una tienda de moda, pero dado que digerí la sopa del desayuno extrañamente rápido, se me ocurrió pasar por algún lugar a comer. En mi camino se cruzó El Comunista, el local favorito de Leiva adonde le gusta ir a tomar pisto. Jajajá. ¡Estoy salvada! Con mi indecisión eterna no hay nada mejor que saber enseguida a dónde ir, qué pedir allí y a la vez poder tachar otro punto del plan de visitas de diciembre. Le digo, ese momentazo cuando el camarero pone delante de usted la carta y usted en un segundo pide la cerveza y el pisto... :-) Regresando a casa, aparte de un abrigo cálido me compré una revista que incluía una agenda (lo sé, ya es la tercera, ¡pero esta es la mejor! Quién lo hubiera podido presentir en septiembre ¿eh?). En casa me entero leyendo de una información genial – ¡el próximo sábado se celebrará en una librería madrileña el encuentro con Benjamín Prado! A la una de la tarde, así que no corre riesgo de colisionar con el concierto de Quique González. ¡Qué día seguramente bonito me espera! ¡Ya tengo ganas! Y además me escribe Bára, mi amiga de Pilsen, que la supera la melancolía del invierno y que en cuanto vuelva a Chequia, compraremos algún fin de semana de relax en un spa. Le aseguro que en cuanto llegue, me declararé en quiebra. Justo a las nueve termina su jornada la secadora, o sea, me queda tiempo para sacar la ropa yo misma sin tener que encargárselo a las chicas, lo que significaría no solo hablar español y pedirles algo, sino también una alta probabilidad de regresar por la noche a casa y encontrar la secadora aún encendida. Es que en el programa tengo el concierto de Dani Flaco, el Cantautor NoCerdo, probablemente mi último, jo. De hecho, ojo, el último de esta temporada, jajaja (bueno, que esté muy convencida de eso no lo puedo decir, jooooooo). El Café Libertad 8 es junto con la Galileo mi otro local favorito y con un personal majo. También aquí me identifican según el bolso, al que evidentemente le cogió cariño el camarero Lorenzo – cuando lo tengo puesto en el regazo empieza a moverlo con la mano tocando el disco de vinilo y a hacerse el DJ. :-) Originalmente quería tomar un vino, pero como pienso después de volver terminar los megaemails atrasados, a las nueve y media le pido de nuevo un café con leche, con mucha leche... esta combinación, o sea, el café y Dani Flaco, se me mostró exitosa en octubre y los emails se los envié a usted a las cuatro de la mañana. La verdad es que con retraso, pero sí los envié. :-) El concierto fue guay, sobre todo cuando hoy Dani no tocó solo, sino que otra vez lo acompañaba César Pop. Por lo cual no faltaron bromas y especialmente me alegró la referencia de que César iba a tocar aquí en el Café Libertad el dos de enero. O sea, ¿qué significa? Que en el Libertad no estoy hoy por última vez, así que también ese vino lo tomaré la próxima vez, y además puedo alentar la esperanza de que los chicos se intercambiarán los papeles y Dani aparecerá aquí en enero como el invitado de César – porque su otro concierto individual está planeado para marzo en la Galileo, adonde seguramente no podré llegar. ¡Jooooooooooooooooooooooooo! A medianoche terminó, es decir, el concierto y el viernes, porque mi programa continuaba en El Tigre junto con Marcelka. Y fue genial, nos pusimos moradas por un precio ridículo y yo probé el tinto de verano. En esencia, se trata de un vino diluido, o sea, menos mal que aplacé ese Rioja en el Libertad para enero.
el sábado 14 de diciembre:
Al piso llego a las dos de mañana porque fui a acompañar a Marcelka al bus. Si de algo seguramente carezco mazo después de regresar a Chequia, es esa sensación inexpresable de la seguridad cuando incluso a una hora avanzada usted en las calles de Madrid no tiene miedo por perder la vida. A la cama caigo de madrugada sin escribirle ni una coma. ¡Qué vergüenza, Horská! A alguna hora por la tarde logro salir toda hecha polvo del piso bajo el pretexto de ir a por las galletas Príncipe al Carrefour, ya que allí son las más baratas, y a la vez se trata de un paseo bonito a la calle Huertas detrás del CaixaForum. Cuando como una buena "yonqui galletera" me procuro lo que quería, empiezo a andar a lo largo del Prado hacia la Cibeles. Yo misma siento curiosidad por a dónde en este estado (hambrienta y somnolienta) llegaré. Pero como digo, Madrid le recargará, Madrid le entusiasmará, Madrid le salvará. Simplemente ese tiempo soleado me despertó y otra vez combiné una tradición con una innovación. Caminé por la calle Alcalá de Cibeles a la Plaza de Manuel Becerra. Hace un mes giré desde la plaza a la izquierda, o sea, para el día de hoy voy a la derecha. ¡Y fue fenomenal! El camino cuesta abajo por una calle larga e interesante, Doctor Esquerdo, para durante el camino darme cuenta de estar cerca de la calle Estrella Polar – Pereza, o sea, Leiva con Rubén, tiene un hit del mismo nombre y yo en abril no logré encontrarla. Ahora me considero una callojera avanzada, así que tendría que haber gato encerrado para que no la descubriera hoy. ¡Y esta vez salió bien de verdad! No digo que esa calle que rodea los bloques de pisos ciertamente tenga algo que ver con la canción, pero uno nunca sabe. Y cuando ya está usted en la Estrella Polar, a tiro de piedra, halla el Puente de Vallecas, mencionado en una canción de Amaral (que Leiva nació en Vallecas con eso no está relacionado, de verdad, si el puente y el barrio es una diferencia que te cagas, eso una viajera pedestre como yo lo reconoce). Del puente me dirijo al parque favorito de Rubén (=segunda mitad de Pereza) que acaba de cruzárseme perfectamente en el camino. Además, paso cerca de la estación de ferrocarril Méndez Álvaro, así que veo otros trenes en marcha. Ese parque extenso con un planetario fue precioso. Salí de él en la avenida Embajadores, lo que es una calle larguísima que con un desvío le lleva a casa, a Atocha. En el camino además me fijé en un letrero con la flecha "Caja Mágica". El nombre me sonaba y al rato me di cuenta de dónde conocía ese estadio deportivo. Un hombre normal le diría que allí, por ejemplo, Rafael Nadal jugaba al tenis; Horská le dirá que "allí estaba Leiva para ver a Rafael Nadal jugando al tenis." Me alegra de que por el tiempo de ayer haya fracasado mi plan con ese centro comercial, porque teniendo en cuenta la localización de la arena y del centro comercial ya sé por dónde iré la próxima vez. :-) Es que ya anochecía, así que estupendamente cansada de caminar, cogí el derrotero hacia Atocha.
el diciembre 15 de diciembre:
Ay, como se nota cuando uno antes de acostarse no se da el gusto de un café sino unos kilómetros de paseo. Viernes y sábado – como un huevo y una castaña. Dormida perfectamente me pongo mis "zapatos de siete leguas" (que por algún milagro todavía no se han descompuesto) y me dirijo a Alcalá con rumbo el aeropuerto, sin embargo, esta vez con el desvío a la izquierda en Ciudad Lineal, o sea, por la calle Arturo Sorria. En ella basta doblar a la calle Josefa Valcárcel que a lo largo de la arteria Avenida de América en Canillejas otra vez le devolverá a usted a la Alcalá. Bueno, por lo menos lo decía mi callojero. No sé cómo pudo pasar, pero cerca de la meta probablemente giré mal (¡pero de verdad no soy consciente!) y de repente con la acera enlazaba una cerca derribada, un terreno privado y un sendero apisonado que llevaba a la rotonda. Ejem. ¡Pero ahora no regresaré! Así que me arriesgué y de algún modo por allí llegué esquivando obstáculo a Alcalá. Como dice el clásico: "El camino fue más largo pero peor." Y la señorita Callojera añade: "Y por allí todavía no he ido." Por Alcalá esta vez llegué hasta el barrio Alameda de Osuna, es decir, el domicillo de Leiva y Rubén. Los lugares favoritos del segundo mencionado se encuentran por toda Madrid, o sea, conocer otras recomendaciones de Rubén significaba reservar para eso ya un tercer día consecutivo (si uno ignora el transporte público ¿eh?). Cuando ya estaba por allí, fui por la Plaza del Mar – una plaza mítica a la que ningún fan de Leiva puede omitir (bueno, cualquier otro la omite fácilmente porque no es nada más que una plazoleta semicircular con unos bancos y con una parada de autobús). No obstante, justo allí, durante la gira, todos los compadres de Leiband se dan cita, suben a la furgoneta y salen a difundir esa música deliciosa a todos los rincones de España. No sé cuánto afectó la crisis al sector de las tabernas, pero esos dos bares de Rubén simplemente no logré encontrarlos, aunque la calle y el número corresponden. Pero no fue un rodeo inútil, la puesta del sol no planeada en Alameda fue una delicia. Dado que anocheció, a lo largo del Capricho esta vez solo pasé de largo, aunque aún estaba casi una hora abierto, y algo cansada me encaminé a casa. En cuanto me empieza a agobiar Alcalá, sé que mi cuerpo, torturado por marchas larguísimas y por las galletas llenas de azúcar, está exigiendo el combustible adecuado. O sea, en el piso enseguida me pongo a preparar un plato completo y en una media hora estoy saboreando una salsa de lentejas rojas, remolacha estofada, un rábano fresco y mijos. Y cenando así aparece en la cocina Juan que, apenas avista los mijos y verdura "arranca" el monólogo de qué pobrecita yo soy con esa dieta siempre sanísima, dónde terminaré y por qué nunca me doy el gusto de algo diferente. Si la risa prolonga la vida, podría vivir unos trescientos años más. Sin embargo, si los mijos aspirados por la risa pueden causar la muerte súbita, me sorprende seguir con vida. Cuando recuperé el aliento, continué masticando en silencio el rábano y divirtiéndome al imaginar como todo cae al estómago con esa Coca Cola y Milka con avellanas, o sea, mi merienda en la mitad de Alcalá. El pobre de Juan tiene que aparecer en nuestro piso siempre cuando en mi plato están "esas bolitas sanas amarillas". :-) Con el estómago lleno de todo lo posible, me siento delante del netbook donde a mí – a una ordeñadora de la beca europea estando de vacaciones de cinco meses – me avergüenza durante una semana ya el segundo email consecutivo de una maestra innominada, ocupadísima, agotada y -según dice- lenta. Me avergoncé bien y al mirar la fecha de mi respuesta ¡me avergüenzo hasta ahora! En cuanto a los discos agotados (no)cerdos de Dani Flaco, sigo estando triste, pero por lo menos ya no tengo hambre. Simplemente, uno no puede pedir todo (¡pero yo sí! ¡¡¡yo según el horóscopo todavía dos semanas sí!!! ¡hostia!). Y en lo que se refiere a enlazar relaciones con unos raizitos españoles y con su consecuencia potencial llamada "Leiva Horská" parece que así podré llamar solo a mi otro mono de peluche.
Saluda
Kristýna desde Madrid, que en diciembre no sabe a dónde saltar primero (quiero decir, a dónde ir a pasear, naturalmente...)
sin fotos n° 20 no sería posible :-)
al n° 19 olvidé añadir:
alguna iglesia cerca de Cuatro Caminos por la que paso de camino de la uni; un escaparate de materiales de construcción con Playmobiles :-); la merienda del lunes – café con leche y una barra de pan tostada de queso y de lomo; el Museo del Prado y los edificios a su alrededor; una señal de mi alimentación sana; la vista desde mi habitación hacia el firmamento :-) – el cielo cerúleo, o sea, "hoy otra vez no iré en metro"...
y al n° 20 ya pertenece:
el parque del Oeste en Moncloa; la línea ferroviaria (la vista opuesta desde el puente con la catedral al fondo); las paredes llenas de graffiti bordeando el ferrocarril; la estación de trenes Príncipe Pío; arco del triunfo cerca de la estación; Quique y su consejo para la pizzería con una servilleta de ella como el cuerpo del delito de que comí allí :-) (por cierto, en esa chupa negra de cuero lo encontré aquella vez en Sol); el concierto de Rebeca Jiménez (la ex-pareja de Quique) – en la foto está Rebeca con César Pop (el teclista de Leiva); el pisto mío de Leiva, es decir, recomendado por Leiva, en El Comunista junto con una cerveza – como mantel utilizan allí en las mesas unos papeles blancos :-); el cantautor NoCerdo Dani Flaco en Libertad junto con César Pop; algo como una trenza dulce de Navidad checa – una tarta española en forma de corona preparada para la fiesta de los Reyes Magos llamado Roscón; el Palacio de Deportes desde la parte delantera por fin sacado más o menos completo; una emisora al fondo, de camino por la calle Doctor Esquerdo; la calle Estrella Polar; una plaza circular con palmeras; el tren cerca de la estación Méndez Álvaro; el planetario en el parque recomendado por Rubén; el parque recomendado por Rubén; otro tren de camino del parque; una iglesia de ladrillos y casas en la calle Arturo Soria; el sendero apisonado y la cerca derribada de mi camino del domingo :-); esa "nada semicircular" con bancos y un árbol en el centro es aquella plaza en Alameda "Plaza del Mar" de donde sale Leiva y otros; luego algún centro cultural o algo así en Alameda – con triángulos en las paredes; el cielo al atardecer en Alameda; la Puerta de Alcalá de noche; y esos mijos con salsa de lentejas y con remolacha – solo una cosa, acabo de darme cuenta de que en lugar de un rábano masticaba una zanahoria cruda. :-)
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